No le pidan a Umtiti que sea canterano

Umtiti, en un entrenamiento con el Barça

Umtiti, en un entrenamiento con el Barça / EFE

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Umtiti no hizo el trayecto que separa Lyon de Barcelona por su amor a los colores del Barça. Lo hizo para crecer a nivel deportivo y económico, como cualquier profesional. Pero mientras el crecimiento deportivo puede alcanzarse, relativamente, a corto plazo, el crecimiento económico es inversamente proporcional a los años de carrera que quedan por competir.

Cuanto más cerca está el final, más quieren ganar. “El último atraco” es una expresión recurrente entre los veteranos. Samuel no es ninguna excepción y, confirmando todo lo que Robert intuyó en él, ha sido el primer central (Mascherano era un centrocampista jugando de defensa) que ha permitido mirar hacia adelante y olvidarse de los ataques de nostalgia pensando en Puyol. El francés, con su rendimiento, se ha ganado el derecho a decidir qué hacer con su futuro. En el Barça o en cualquier otro club. No es justo pedirle que se comporte como lo que no es: un culé de cuna al que inocularon siendo un bebé el deseo de triunfar en el Camp Nou. Y ni siquiera ese virus es efectivo entre todos los canteranos.

Umtiti puede (y debe) hacer lo que más le interese, de la misma manera que dejó el Lyon para jugar en el Barça. Entonces nadie le llamó mercenario, sino joven futbolista con ganas de crecer. Deportivamente será complicado que disfrute al lado de Mourinho como lo hace al lado de Piqué, pero económicamente tiene margen para mejorar. Si el Barça quiere que sus futbolistas sientan los colores, no filtren ofertas mientras negocian su renovación y se comporten de forma honesta con el club que les paga y con su afición, lo que tiene que hacer es dejar de mirar tanto hacia el extranjero y empezar a fijarse en lo que pasa en Sant Joan Despí.

Si opta por lo contrario, por lo menos que tengan la decencia de no quejarse.