El mosquito sigue picando

El PSG no tiene ninguna prisa por cerrar el fichaje de Dembélé

El PSG no tiene ninguna prisa por cerrar el fichaje de Dembélé / AFP

Carme Barceló

Carme Barceló

El club más bonito del mundo. Así lo definió un Frenkie De Jong que pasará por mejores o peores momentos pero nadie le podrá negar su capacidad de autocrítica, de compromiso y de entrega a la entidad que le paga. Actitud inversamente proporcional a la de su compañero Dembelé, al que le da igual ocho que ochenta, y que hasta el 30 de junio seguirá cobrando religiosamente -aquí da igual la fé que uno profese- del FC Barcelona. Los rezos y esfuerzos de Mateu Alemany por conseguir la matrícula de honor en el mercado de invierno quedaron en un notable alto: el ‘Mosquito’ sigue picando. Tras un 31 de enero de locos, finalizado con Laporta y el puño en alto tras entregar la documentación de Aubemayang ‘in extremis’, la realidad a la que Xavi que se enfrenta es ésta.

El jugador al que alabó en su primera rueda de prensa, del que el presidente azulgrana dijo que era mejor que Mbappé y que todo apunta tiene un acuerdo cerrado con un club europeo pegadito a nuestra frontera, ya se entrena en la Ciutat Esportiva. Ningún mal le deseo, líbreme Dios, pero el historial médico no anima a la positividad. Desde las lesiones de gravedad a los problemas gástricos, Dembelé ha encadenado un rosario de ausencias más que considerable. Retrasos y despistes, a los que podemos sumar un carácter introvertido y ‘pasota’, tampoco suman. Es más, han restado para casi todos. Y escribo ‘casi’ porque en el vestuario no todo son críticas hacia él.

Sea como sea, ‘habemus mosquito’. Puestos en la tesitura y tras las amenazas de director deportivo y del entrenador de dejarlo en la grada - Joan Laporta delegó en ellos el mensaje- llega el momento de decidir qué hacer con él. “Anda que va a meter la pierna si juega”, me decían ayer. Con contrato en vigor y pagos al día, debería dejarse la piel. Aunque la pelota está en el tejado de la directiva y del técnico, el que la chuta es Dembelé. Dejarle en la grada es una mala imagen para todos. Bajarlo al césped sólo lo es para él. En casa, nadie lo ve. En el campo lo ven todos. Si es un profesional, allí quedará constancia. Su calidad es indiscutible. Su compromiso, todo lo contrario. ¿Se le paga por trabajar, no? Pues que lo haga. No hay mejor escaparate para mostrarse ni marco para retratarse.