Michels evitó que se fichara a Netzer y no a Johan Cruyff

Johan Cruyff

Johan Cruyff / sport

Josep M. Minguella

Josep M. Minguella

Cuando se abrió en España la posibilidad de fichar extranjeros, Paco Rodri y yo estábamos en el primer equipo como técnicos junto a Rinus Michels y el primer jugador que nos ofrecen fue Günter Netzer. Era un excelente jugador, pero la abogada que vino a hablar de su contrato pedía bastante dinero para la época y a Rinus Michels le pareció que no era la primera necesidad. Entendía que tenía que fichar a un jugador más joven y apostó claramente por Cruyff. 

El club lo presidía Montal y el gerente era Armand Carabén, cuya esposa era holandesa. Las negociaciones se hicieron en el hotel Alfa de Amsterdam mientras el primer equipo hacía la pretemporada en Papendal. Varios días bajábamos a Amsterdam por la tarde y nos enterábamos de cómo iba todo por Vilaseca y por Armand, que fue clave junto a su esposa para que todo saliera bien porque se ganaron la voluntad de Johan y la de su suegro, Cor Coster, que era su representante. Al final el asunto tuvo que pasar por una especie de Magistratura del trabajo que acabó fallando a favor de Johan, aunque no pudo jugar hasta la octava jornada, un 4-0 ante el Granada. Joseíto, técnico de los andaluces, bromeó tras el partido: “Ya os podíais haber esperado un día para que debutase”. Fue un ‘boom’ y el Barça, como ya se sabe, acabó ganando una Liga que empezó mal. Pero la llegada de Johan fue mucho más que un impacto deportivo. Lo cambió todo. 

Cuando llegó por primera vez al vestuario, aunque no hablaba ni castellano ni catalán, lo hizo con una gran ascendencia, con mucha fuerza ante el resto de los jugadores. Había ganado la Copa de Europa y, seguramente, era el mejor futbolista de Europa. Cruyff lo cambió todo. Por su forma de actuar, por cómo dirigía el juego en el campo o por cómo se enfrentaba a los árbitros, algo insólito.

Los jugadores de aquí tenían una forma de ser mucho más dócil, no tenían esa personalidad que Johan demostró. En Holanda estaban mucho más adelantados y le sorprendió mucho descubrir una situación legal en la que los jugadores no podían decir nada y estaban a merced de los clubs, que incluso tenían derecho de retención sobre ellos cuando se acababa el contrato. Solo tenían que aumentarles la ficha un 10% y, cuando había negociaciones entre clubs, ni se enteraban. Pero Johan también empezó a cambiar todo eso también y, además, encajó perfectamente en el Barça, que ya era un club abierto. La unión de ambos acabó siendo muy beneficiosa para todos, claro, pero sobre todo para los jugadores, que empezaron a cambiar su dócil mentalidad.