El mayor fracaso del barcelonismo

El mejor entrenador del mundo es culé y solo ha dirigido cuatro años al Barça, mientras ya lleva siete en el City

Exhibiciones como las del 2-6 o la final de la Champions del 2011, deben verlas ahora los barcelonistas por la televisión

Guardiola, concentrado durante el partido

Guardiola, concentrado durante el partido

Ferran Correas

Ferran Correas

Quizá fue porque se había vaciado y quedado sin fuerzas para continuar, quizá fue porque quería revolucionar una plantilla ganadora y sabía que no podría hacerlo porque quería dar la baja a jugadores importantes, quizá fue porque estaba hasta las narices del siempre complicado entorno, quizá fue porque no se entendía con la junta directiva que en aquel momento gobernaba el club y había hecho la vida imposible a la anterior, la que había confiado en él.

Posiblemente fue por todo ello y por alguna cosa más por lo que un culé como Pep Guardiola anunció el 27 de abril del 2012 que abandonaba el banquillo del Barça tras cuatro temporadas de éxitos y de convertir a su equipo en uno de los mejores y más espectaculares de la historia de este deporte por el fútbol que practicaba y el espectáculo que daba.

El de Santpedor dejó el banquillo del Barça tras ganar catorce títulos en cuatro temporadas más el ascenso del filial, logro que él siempre ha considerado como un título más. Se tomó un año sabático antes de volver a entrenar. Eligió el Bayern de Múnich, equipo al que entrenó durante tres temporadas y al que dejó para fichar por el Manchester City para reunirse con su buen amigo Txiki Begiristain. Cumple su séptima temporada en el Etihad y este mismo curso renovó su compromiso hasta el 2025, por lo que estará un mínimo de nueve años entrenando al club ‘citizen’.

Rodri, recibiendo instrucciones de Guardiola

Rodri, recibiendo instrucciones de Guardiola / AFP

Y ese es uno de los mayores fracasos del barcelonismo. Que el mejor entrenador del mundo sea culé y socio del Barça y lleve muchos más años dirigiendo a otro equipo. Que nadie haya sido capaz de convencer a Guardiola para que vuelva al Camp Nou y todo el mundo empiece a tener claro que no volverá nunca a sentarse en el banquillo azulgrana. Que ni el propio Joan Laporta, muy buen amigo del entrenador catalán, no fuese capaz de conseguirlo a pesar de haberlo intentado.

Que los aficionados del Barça, que vieron exhibiciones como las del 2-6 en el Bernabéu, la del 5-0 al Real Madrid en el Camp Nou, la de la final de la Champions de Wembley contra el Manchester United o la de la final del Mundial de Clubs ante el Santos, tengan ahora que conformarse con disfrutar de aquel fútbol viendo partidos del Manchester City por la televisión como el que disputó el equipo inglés ante el Real Madrid este miércoles.

Guardiola estaba llamado a ser el Ferguson del Barça, pero una serie de circunstancias ya citadas al inico de este artículo lo impidieron y provocaron que el Camp Nou solo disfrutase de sus conocimientos durante cuatro años. Y ese es el mayor fracaso del barcelonismo.