Laporta, dispuesto a negociar; Florentino, a romper con todo

Florentino, Reichart y Laporta, en el desayuno informativo de la Superliga de diciembre de 2022

Florentino, Reichart y Laporta, en el desayuno informativo de la Superliga de diciembre de 2022 / VALENTÍ ENRICH

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

La importancia de la sentencia del Tribunal de Luxemburgo, más allá de si servirá o no para la creación de la Superliga, es que termina con el monopolio del fútbol, los clubs son dueños de su destino. Un hecho histórico y revolucionario que cambia las reglas de juego. No hay ganadores ni perdedores a corto plazo, se abre una nueva vía que necesita un periodo de reflexión y negociación. 

Barça y Madrid pueden estar satisfechos aunque la recompensa económica está lejana. UEFA y FIFA deben estar preocupadas ya que han perdido el poder supremo. En definitiva, Joan Laporta y Florentino Pérez han ganado una batalla importante pero el desenlace final de la guerra abierta es a día de hoy imprevisible.

Un paralelismo para que todos tengan claro la trascendencia de un veredicto que es inapelable. En 1995 la sentencia Bosman liberó a los jugadores ya que anuló las cuotas de extranjeros en Europa. 28 años después, la sentencia de la Superliga libera a los clubs y les otorga una fuerza ante los organismos federativos que antes no tenían. 

El aquí mando yo de Ceferin, se acabó. Habrá un antes y un después. Por mucho que Infantino diga que la sentencia no cambia nada, es un golpe duro. En Luxemburgo les han metido un gol por la escuadra de aquellos en que el portero queda retratado. Un varapalo que no podían imaginar hace tres meses y que tendrá consecuencias. 

A partir de ahora se abren dos caminos ya que lo que nadie puede imaginar es que Barça y Madrid no seguirán adelante. Con más fuerza y convicción apretarán el acelerador para conseguir su objetivo, una competición más potente en la que el dinero en juego lo manejen los clubs.

A pesar de que algunos equipos importantes como Manchester City, United, Chelsea, Tottenham, Liverpool, Bayern, PSG y Atlético de Madrid han manifestado públicamente su rechazo a la Superliga, el presidente del Madrid está dispuesto a romper con todo cueste lo que cueste y crear una competición nueva. Una postura agresiva y peligrosa que puede generar una división en el futbol europeo.

Laporta en este sentido es más pragmático y realista. Busca lo mejor para el Barça sin querer estrellarse en metas imposibles. Está dispuesto a negociar, lo que no quiere decir pactar. Sabe que ahora tienen el poder para limitar el papel de la UEFA a poner los árbitros y poco más.

Los clubs aportan los estadios, los jugadores y los nombres de los equipos, en consecuencia deben ser los máximos beneficiarios, tener el control económico y gestionar los derechos de televisión. La Champions es muy mejorable pero no por ello hay que tirarlo todo a la papelera. Son necesarios cambios estructurales importantes pero estos solo llegarán si hay acuerdo entre los grandes clubs. Si se va al enfrentamiento, mal asunto.