El 'ejemplo Shackleton' y Ronald Koeman

Koeman, durante el encuentro en el Camp Nou ante el PSG

Koeman, durante el encuentro en el Camp Nou ante el PSG / AFP

Javier Giraldo

Javier Giraldo

"Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito".

Este anuncio apareció publicado en las páginas del ‘Times’ de Londres en enero de 1914. Llevaba la firma del capitán Ernest Shackleton, que preparaba por entonces la última gran travesía terrestre pendiente, atravesar la Antártida de punta a punta pasando por el polo sur, que tres años antes había sido la tumba de Scott, Bowers, Oates, Evans y Wilson. 

Era una locura similar a la de que hacerse cargo del banquillo del Barça después del 2-8 de Lisboa. Ronald Koeman tiene algo de Shackleton: se sumergió en una aventura que parecía atentar contra el sentido común. Con un presidente más fuera que dentro, las cuentas destrozadas, la moral de la tropa por los suelos, Messi enviando ‘burofax’ de despedida y en plena pandemia, Koeman se hizo cargo de la nave sin saber muy bien qué habría más allá del horizonte.

La realidad empieza a golpear fuerte (mediados de febrero y casi sin opciones de títulos) pero Koeman ejerce de líder. Puede equivocarse, pero no se baja del barco. Es entrenador, portavoz y presidente al mismo tiempo.

Shackleton, por cierto, no logró su objetivo: su barco, el ‘Endurance’ (‘Resistencia’), quedó atrapado en las banquisas y se hundió por la presión del hielo el 21 de noviembre de 1914.

Lejos de desfallecer, el capitán agrupó a sus 28 hombres. Caminaron, arrastraron trineos y navegaron en botes hasta que ocho meses después, fueron rescatados sanos y salvos. Fue valiente, pero no temerario. Tomó las decisiones correctas en el momento preciso bajo una presión extrema: su vida y la de su gente estaba al borde del abismo, Al llegar a casa, Shackleton le dijo a su mujer: ‘supuse que preferirías un burro vivo a un león muerto’.

Shackleton no cruzó la Antártida, pero salvó a todos sus hombres. . Sus dotes de liderazgo se estudian hoy en las escuelas de negocio.

Quizá al Barça le convenga olvidarse de cruzar la Antártida. Quizá lo mejor es pensar en salvar a todos los hombres -los más jóvenes especialmente- y volver a casa -alcanzar el final de temporada- con dignidad, como un burro vivo, más que como un león muerto.

A Koeman se le está poniendo cara de Shackleton.