Los que dudan de Messi no tienen ni puñetera idea

Koeman saluda a Messi al final del partido ante el Betis

Koeman saluda a Messi al final del partido ante el Betis / AFP

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Solo jugó 45 minutos pero fue suficiente. Cambió el partido y fue la solución para romper una mala racha. Messi sigue siendo Messi. Marcó dos goles, dio una asistencia sin tocar el balón y potenció el juego de sus compañeros. Decir que Messi está acabado es un sacrilegio, una blasfemia, una profanación. Los que ponen en  duda su rendimiento a los 33 años no tienen ni puta idea de fútbol. No ha perdido la ambición de ganar, es el corazón y el alma del equipo. No es el mismo de hace unos años pero sigue siendo imprescindible.

Koeman le hizo ayer un favor a Messi. Fue una decisión inteligente dejarle en la grada la primera parte para que todo el mundo se diera cuenta que el Barça sin él es un equipo mediocre, sin personalidad. Corren más pero juegan menos. Sin Messi en el campo, el Betis plantó cara y llegó con empate al descanso. Con Messi salió goleado con justicia. Jordi Alba reconoció al final del partido: “Con él somos mejores”. Solo los ignorantes y resentidos pueden pensar que ha llegado la hora de prescindir  del argentino. Cierto que no tiene la capacidad de desbordar de hace cinco años, pero es el  director de orquesta del juego de ataque y el máximo goleador.

La primera decisión del presidente que salga elegido de las urnas debería ser renovar a Leo. No solo porque se lo ha ganado, sino porque el equipo le necesita. Messi no tiene sustituto, no hay recambio en el mercado. La primera parte la vivió en la grada pensativo y solitario. No le gustaba lo que veía en el césped. Era más de lo mismo. Se creaban ocasiones de gol pero la superioridad no se reflejaba en el marcador. Cuando salió el capitán, el equipo sufrió una metamorfosis positiva. Todos se enchufaron alrededor de Leo y bastaron tres minutos para que le regalara a Griezmann un gol que necesitaba para alejar fantasmas. A partir de aquí. Todo vino rodado.

El Barça de Koeman es un equipo en construcción. Necesita tiempo, trabajo y confianza. No se pueden exigir milagros cuando el club pasa una situación difícil y complicada. Sin presidente, con elecciones a la vista, viviendo una pandemia terrible y una crisis económica galopante. El panorama es tan sombrío que los socios se han percatado del problema y saben que no se pueden pedir peras al olmo. Valoran el cambio que está experimentando el equipo, están ilusionados con el potencial de los jóvenes y confían que Dembélé y Griezmann acaben cuajando. El entorno barcelonista ha dejado de ser resultadista y ha recuperado la ilusión. Tienen confianza en que este equipo va a crecer, no inquieta el mal arranque liguero gracias a las tres victorias en la Champions.

La victoria ante el Betis devuelve las aguas a su cauce. El Barça se reengancha a la Liga consciente de su potencial. Ni a Griezmann se le ha olvidado marcar goles ni Messi juega como un veterano. Dembélé ya no se lesiona y puede explotar esta temporada. Koeman sabe lo que tiene entre manos, no pierde los papeles. De la misma manera que el empate contra el Alavés fue engañoso ya que merecieron ganar, hay que reconocer que la goleada de ayer (5-2) tampoco es para lanzar las campanas al vuelo. 

Koeman tiene razón. Falta un nueve y un central

Por una serie de circunstancias que todo el mundo conoce, el Barça está viviendo una temporada de transición sin que ello signifique que no pueda luchar por los títulos. Por primera vez en muchos años el club no pudo fichar en verano los jugadores que necesitaba para completar la plantilla debido a la grave situación de tesorería que vive la entidad. Por otro lado, por primera vez en la historia, se van a celebrar unas elecciones presidenciales justo a mitad de temporada, con la movida que ello significa. Koeman es víctima de esta doble problemática, el presidente que le fichó ya no está y los refuerzos que pidió nadie sabe si podrán llegar en el mercado de invierno.

Lo que parece claro es que las reivindicaciones del entrenador holandés eran necesarias por lo visto en el arranque de temporada. La marcha de Luis Suárez dejó al equipo sin un goleador de área y no hay un sustituto de garantía para este puesto en la plantilla. El deseo de fichar a Depay no se pudo cumplir y este hándicap se paga ante la poca puntería de Griezmann. En cuanto a la defensa, la cesión de Todibo y las continuas lesiones de Umtiti, dejan a la defensa coja. Si encima se lesiona Araujo la cosa se complica. Ayer ante el Betis la defensa volvió a hacer aguas y Lenglet parece lejos de su mejor forma. Veremos si en enero se puede fichar a Eric García, toda una necesidad.