El Barça emite demasiadas señales de debilidad

Xavi, en la previa del duelo ante el Barbastro

Xavi, en la previa del duelo ante el Barbastro / VALENTI ENRICH

Jordi Badia

Jordi Badia

El FC Barcelona lleva desde el mes de setiembre sin ganar un partido por más de un gol de diferencia. No tendría por qué ser un dato negativo. La temporada pasada le sirvió para ganar la Liga. Y, sin embargo, la sensación que transmite hoy el equipo es totalmente distinta. Donde había fiabilidad y confianza, hay vulnerabilidad y desconcierto. Parece que el Barça no pudiera ganar ni aquellos partidos en los que salió vencedor. Recordemos las victorias contra el Celta, la Real Sociedad o el Athletic Club.

Los factores que explican esta impresión de incapacidad son múltiples y afectan a todos los ámbitos del club. En lo futbolístico, el dato más relevante son los goles encajados. No dejar la portería a cero casi nunca, además de generar dudas al equipo, empuja y alienta a los rivales. Pero también se emite debilidad cuando hay dificultades para inscribir un jugador recién fichado, cuando la transformación del club en sociedad anónima parece inevitable, cuando los puntales del equipo aparecen tentados por clubes hoy más poderosos o cuando hay que acudir al mercado secundario.

Si un partido puede ejercer de metáfora, el de Barbastro encaja a la perfección. Si parece que se va a resolver con oficio, de pronto se intuye la probabilidad de prórroga porque el rival, desde los futbolistas al público, se han dado cuenta que ellos también pueden. Y si, a la vez, alguna jugada puede servir de metáfora, valgan el trompazo entre Romeu y Fermín hacia el final de la primera parte y el córner regalado de manera absurda por Joao Félix. Nunca un saque de esquina se vio tan claramente que terminaría en gol.

Y todo ello, porque desde el inicio hay un problema de relato.

TEMAS