Del abrazo viral de Laporta a un todo o nada sin crédito

Xavi Hernández.

Xavi Hernández. / EFE

David Bernabeu

David Bernabeu

Un viernes de septiembre, tras abrochar la primera liga sin Leo Messi, Xavi Hernández selló su renovación en la sede de Arístides Maillol. En el fragor del acto, Joan Laporta le estrujó hasta las trancas y le besó como si no existiera un mañana. Como pudo, Xavi resistió el envite y la imagen se viralizó. Dos meses y seis días después, el disparadero le acecha y los mentideros sobre su destino hierven.

En el club, en privado, algunos le defienden, otros dudan. Hasta el punto que las dos principales voces del gobierno azulgrana, Laporta y Deco, han debido terciar para ratificarle. “Cerramos filas con Xavi. Es nuestro entrenador”, sentenció ayer el presidente en su última proclama de cariño hacia el míster. Eso sí, Deco aún no ha aclarado porqué suspendió una aparición pactada en TV3. Ni se sabe si la fotografía de Laporta con Rafa Márquez en Palamós fue o no casual. Ayer, Hernández, en el ejercicio de unir al barcelonismo contra el Oporto, le quitó hierro.

Hay ruido, miedo por lo que viene y escasa calma. Mal asunto. Es verdad que, de momento, Xavi no ha cerrado el círculo de lo que siempre le definió: jugar bien y ganar. Su equipo convence a ratos, sin continuidad. A veces, como últimamente, bajo mínimos. En un club en el que el juego siempre mandó sobre los números, es su obligación reconducirlo. Lo sabe. Pero desde que llegó, le persigue una musiquilla. Si gana jugando mal, no vale. Si cae jugando bien, tampoco. Xavi siempre pierde. Y hoy, que se la juega en la Champions, conviene recordar cómo reanimó a un cadáver deportivo, le dió dos títulos tras untiempo de sequía y tiene, pese a todo, al grupo metido en todos los frentes. Si alguien merece memoria, es Hernández Creus. Y, desde luego, crédito. Todavía.