El intempestivo horario de 'casi' récord en el Open de Australia

El encuentro entre Medvedev y Ruusuvuori finalizó a las 3.40 de la madrugada en Australia

Medvedev sobrevive a Ruusuvuori, huye del drama y de la eliminación

Medvedev deja su firma en el reloj oficial de la pista

Medvedev deja su firma en el reloj oficial de la pista / EFE

Cristina Moreno

La jornada del jueves del Open de Australia deparó una serie de sorpresas como la eliminación del danés Holger Rune ante el joven francés Arthur Cazaux. Pero si el día pasará a la historia será por las cifras récord, o casi, que se alcanzaron en algunos partidos.

Elena Rybakina (3) tropezó en la segunda ronda contra la rusa Anna Blinkova en un duelo que se decidió en un 'tie break' final de récord. Con casi 31 minutos y un 22-20 se convirtió en el más largo de tenis femenino en un torneo del Grand Slam.

No de récord, pero casi, fue también el partido de Daniil Medvedev contra Emil Ruusuvuori. La intensa jornada tuvo hasta quince partidos que se saldaron en el set decisivo (cinco en el caso de los hombres, tres en el de las mujeres) y se llegaron a jugar 4 súper tie-breaks. Todo ello provocó un retraso general en el orden de los partidos con lo que el duelo que cerraba la jornada en la Rod Laver entre Medvedev y Ruusuvuori arrancó ya tarde, en la noche australiana.

La remontada del ruso, tras dos sets en contra, acabó con el partido en el quinto set y cuatro horas y media de juego en pista. Traducido al horario de las antípodas, el partido finalizó a las 3:40 de la madrugada en Australia.

Se convirtió así el tercero que más tarde ha acabado en la historia del Open de Australia. El honor de encabezar esta lista se lo lleva el Hewitt-Bagdhatis de 2008, que se cerró a las 4:34 de la madrugada. En el segundo escalón se sitúa el Murray-Kokkinakis del año pasado, que bajó el telón a las 4.04 horas.

Horarios intempestivos contra los que la ATP y la WTA decidieron trabajar para evitar que se den las escenas que se han dado en el partido entre Medvedev y Ruusuvuori, con las gradas prácticamente vacías.

En la humedad y el frío de la noche aussie, el público de la Rod Laver comenzó a desfilar mucho antes de que el partido pusiera su punto final, dejando un escenario desolador para el espectáculo que se vivía en la pista. Los entrenadores cubiertos con toallas para huir de las inclemencias climáticas y en un silencio casi absoluto, sin aplausos ni abucheos, acompañaron a los protagonistas en un épico choque que cayó del lado moscovita.