Checa, a por su segundo Dakar con la lección aprendida

Checa ha pasado el trámite de las verificaciones técnicas con el buggy Century de Astara, que comparte este año con su copiloto Marc Solà

Tras el accidente en su estreno en 2022, el objetivo del piloto catalán es proseguir con su aprendizaje y moderar su ímpetu para llegar al final

Carlos Checa y su copiloto han superado las verificaciones

Carlos Checa y su copiloto han superado las verificaciones / @ASO

SPORT.es

SPORT.es

Ha pasado por las verificaciones técnicas como si fuera de paseo, tomándose el tiempo de inmortalizar cada momento antes de la gran salida. Con su carnet sellado, Carlos Checa se ponía incluso a posar con Marc Solà, su nuevo copiloto. A sus 50 años, el piloto catalán ha decidido saborear todo lo que le puede ofrecer el Dakar 2023. Y eso que cuenta con una larga experiencia desde sus comienzos como piloto de carreras en motos.

Tras llegar al Mundial en 1993, disputó pruebas de velocidad durante veinte años. En ese tiempo, cosechó 17 podios en la clase reina, dos victorias en 500, un quinto puesto en la general del campeonato MotoGP en 2022, además del título de campeón del mundo Superbikes en 2011 con Ducati.

Alejado de las carreras de velocidad desde hace diez años, Carlos Checa no dejó nunca completamente el universo del deporte del motor. EDisputó algún que otro rally, en motos, pero también en SSV. “Gané el Panáfrica Rally con Polaris”, comenta. “También disputé la Baja Aragón y el Merzouga en dos ocasiones...”. Además, el año pasado, Carlos se estrenó en el Dakar, una carrera que veía en televisión cuando era niño. Eligió la categoría T1.2.

“Me gusta demasiado la velocidad y no podría ir tan rápido con un SSV. Me gustan mucho los SSV, pero para pruebas cortas. En etapas largas y rápidas, hacen falta caballos para pasarlo bien. La verdad es que no entiendo por qué se limita la velocidad de los coches a 170 km/h”, dice. “También me gusta mucho el ambiente en el rally raid. Es algo que descubrí gracias a Nani Roma y Marc Coma, amigos míos. Incluso hice pruebas con ellos en Marruecos, cuando aún corría en motos”, recuerda.

No contempla hacer el Dakar en moto. “Me parece demasiado peligroso y no me apetece nada lesionarme”, explica. “Asumir riesgos cuando se aspira a la victoria, se entiende, pero ponerse en peligro cuando no se aspira a un resultado en ese sentido… No, el coche está muy bien, me permite cubrir mi necesidad de competición, sin el estrés que se vive en motos”.

Disputar una carrera que dura dos semanas poco tiene que ver con sus anteriores desafíos, tanto en MotoGP como en Suprbike. “Aunque se intenten cuidar los detalles de la misma forma, el resultado al final no solo depende de uno mismo. El rol del copiloto es crucial”. Este año todo será nuevo para Checa: el coche, desarrollado partiendo de un prototipo de buggy Century ha sido preparado por SMC Motorsport; el equipo madrileño Astara y su copiloto, Marc Solá. “Se trata de una estructura en pleno crecimiento y con grandes ambiciones”, explica Carlos.

“La llegada de Laia Sanz ha sido un gran refuerzo para el equipo y estoy encantado de haberme sumado al proyecto. Por mi parte, mi objetivo es seguir aprendiendo y progresar. Buscaré conseguir el mejor resultado posible sin dejar de lado el placer, para poder realizar unas buenas etapas sin cometer errores. Lo más difícil en el Dakar no es ir rápido, sino ir despacio cuando lo imponga el terreno. Para un piloto de carreras no es lo más natural”, apunta Checa, que si quiere completar el recorrido de 2023 deberá frenar su ímpetu de piloto de carreras.