Convencer a los clubes franceses y alemanes, el próximo reto de la Superliga

Los clubes fundadores quieren que dos equipos de la Ligue 1 y otros dos de la Bundesliga participen anualmente en la competición

Sería un refuerzo al proyecto al añadir los buques insignia de otras dos Grandes Ligas

Implicaciones económicas de la SuperLiga

La elevada cantidad de beneficios que podría conllevar la SuperLiga europea es el principal motivo de su creación / Rubén Moreno

Jordi Carné

Jordi Carné

Pasada la medianoche se dejó caer la bomba. Doce clubes europeos necesitaron un solo comunicado para hacer tambalear los cimientos de la estructura futbolística. Después del estruendo provocado por las cuatro sílabas –para algunos ilusionantes, para otros dolorosas– que componen la palabra Superliga, reacciones, aprobaciones, protestas, amenazas, bromas. Ruido. Mucho ruido. Y dudas, claro. Muchas dudas alrededor de un proyecto en el que varias personas llevan años trabajando de forma secreta y que desde ayer, guste o no, ya es una realidad. El fútbol está a solo un paso de vivir uno de los cambios más trascendentales de su historia.

Fuentes cercanas a los miembros fundadores de la competición explican que en ningún caso se ha pretendido lanzar un órdago ni una amenaza a los organismos rectores del fútbol europeo. Hay 12 clubes que han creado un torneo y quieren jugarlo tan pronto como sea posible. Contrariamente al que se piensa desde distintos entornos, los equipos fundadores de la Superliga no han dado este paso para negociar una mejora de las condiciones económicas de su participación en la Champions League. Quieren partidos de más calidad e ingresos capaces de sostener toda la pirámide futbolística, desde la cúspide hasta la base. Aceptan dialogar con la UEFA, las ligas y las federaciones nacionales, pero únicamente para encontrar las mejores soluciones para los problemas del fútbol en general y con el encaje de su campeonato en el calendario como punto de partida innegociable de las conversaciones. Aseguran que no van en contra de nadie. Y que ya no hay marcha atrás. Dos de sus clubes ya han abandonado la ECA.

Neymar venga al PSG y echa al Bayern de la Champions

Neymar venga al PSG y echa al Bayern de la Champions / MEDIAPRO

El gran reto de la Superliga, sin lugar a dudas, será el de evitar que las competiciones nacionales se vean enormemente perjudicadas por su aparición. El nuevo torneo ha descartado la posibilidad de jugar los fines de semana para ‘protegerlas’. Según ha podido saber SPORT respecto al fondo de solidaridad de 10.000 millones de euros potencialmente destinado al resto de fútbol profesional, el amateur, el femenino y el formativo, desde los miembros fundadores se calcula que se repartirá una cantidad de dinero dos veces y medio mayor a la que distribuye actualmente la UEFA. Además, fuentes del campeonato remarcan que esta cifra no será fija, sino porcentual: si la Superliga crece, toda la pirámide futbolística lo hará. Prometen que todas estas operaciones se realizarán de forma transparente.

Un plan firme pese a las amenazas de la UEFA

En los clubes que ya han aprobado unirse al proyecto se respira optimismo en relación a las conversaciones con unos jugadores que ya han sido intimidados por la UEFA. Son incapaces de imaginarse un Mundial o una Eurocopa sin los mejores futbolistas, algo que no sería bueno para absolutamente nadie. El siguiente paso de la Superliga es el de persuadir a grandes clubes que de momento no se han involucrado como el PSG o el Bayern. La idea es tener un formato de competición híbrido con 15 conjuntos fundadores fijos (faltan tres) y cinco plazas (esto es, una cuarta parte de la totalidad) abiertas al mérito deportivo, con el sistema de clasificación aún por definir. La intención de los organizadores es que como mínimo dos clubes de la Ligue 1 y otros dos de la Bundesliga participen cada año en la competición, sea como promotores o como ‘invitados’ por buen rendimiento.

Conseguir el ‘sí’ de franceses y alemanes es el próximo objetivo de unos miembros fundadores de la Superliga que siguen firmes con sus ideas pese a las presiones y amenazas que han recibido desde que hicieron públicas sus intenciones. Ha empezado una guerra que promete alargarse en el fútbol continental y cuya resolución será determinante para la evolución del deporte rey.