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Lluís Cortés: "El fútbol nos ha salvado de la guerra"

Lluís Cortés con Jordi Escura en Ucrania

Lluís Cortés con Jordi Escura en Ucrania / Twitter

Maria Tikas

Maria Tikas

Dice John Carlin en su libro 'El Factor Humano' que el fútbol es la mayor religión en el mundo y que puede llegar a los corazones de las personas más de lo que pueden hacerlo los políticos. A Lluís Cortés (Balaguer, Lleida, 1986) el deporte rey le "salvó de la guerra", asegura.

El técnico que logró el triplete histórico la pasada temporada con el FC Barcelona y actual seleccionador de Ucrania se encontraba en Kyiv cuando estalló la invasión de Rusia. Junto a Jordi Escura, su preparador físico, emprendió un viaje de cincuenta y cinco horas hasta llegar a Barcelona. Primero en furgoneta, luego en tren y finalmente en avión. El catalán ha podido conocer de cerca la cara más triste de la vida, aunque se siente un "privilegiado" por haber "logrado escapar, muchos otros no tienen la misma suerte". Tanques, bombas, sirenas, ruidos aterrorizadores, despedidas en la estación, niños y mujeres huyendo sin destino. Y mucha incertidumbre.

Ya desde Balaguer, Cortés atiende a SPORT para explicar cómo ha vivido en primera persona el inicio de la guerra y su odisea para regresar a casa.

Pregunta: ¿Cómo estás?

Respuesta: Bien, precisamente porque ya me encuentro seguro. Pero también es cierto que es una sensación muy extraña.

Por todo lo que dejas atrás.

Exacto. Jugadoras, staff, y toda la gente que conocimos durante el trayecto. Son gente que ahora les espera lo más duro de todo. 

¿Te ha dado tiempo a digerir todo lo que has vivido?

Creo que no. Supongo que se va asimilando poco a poco. Todavía no somos muy conscientes de todo lo que ha pasado.

¿Qué ha sido lo más duro del viaje?

Ha habido momentos duros en varias etapas. En el viaje en furgoneta hubo un momento que el chófer se desvió y nos dijo que había una atajo, pero no estábamos seguros de si realmente lo era o estaba esquivando bombas, porque habíamos leído en Twitter que había unas bombas muy cerca de donde estábamos. 

La noche siguiente, desde Lviv, cogisteis un tren. 

Fue el tramo más desagradable, vivimos las escenas más tristes y dramáticas. Ya en la estación, donde los hombres se quedaban abajo y las mujeres subían al tren con los niños y no sabían ni a dónde iban ir después de cruzar la frontera. Durante el trayecto, nos quedamos parados durante dos horas en medio de la noche sin saber qué pasaba. Y luego siete horas en el control de pasaportes al llegar a Polonia. Una espera eterna y agotadora.

Llegasteis a Polonia, ya estabais en una zona segura.

Sí, nosotros sí. Pero empezaba lo peor para mucha gente. Salieron de su país para dejarlo todo atrás y sin saber qué iba a ser de su vida.

Bombas, sirenas, tanques, despedidas en la estación… Parece un libro o una película. ¿Se puede llegar a estar preparado para vivir algo así hoy en día?

Para nada. He visto muchas películas de la guerra mundial, de los nazis, mi abuelo me contaba muchas historias de la guerra y pensaba 'qué pena'. Pero esto era antes, hace setenta o ochenta años. Nunca piensas que esto te pueda pasar a tí, en el siglo XXI y tan cerca, porque desgraciadamente en otros lugares del mundo sí pasa. 

Viajaste de Estambul a Kyiv sin tener idea de lo que iba a pasar.

Fuimos allí desde Turquía para firmar unos papeles que teníamos pendientes. Habíamos preguntado si era peligroso y nos dijeron que 'para nada'. La gente de Ucrania no se esperaba que pasase esto de forma tan inminente, al menos en la zona de Kyiv, aunque en las últimas semanas había más tensión. 

Se respiraba un ambiente bastante normal, entonces.

El día antes estuve cenando sushi en un restaurante como el que podemos tener en el centro de Barcelona. La gente en la calle, paseando, tiendas abiertas. Una ciudad normal la noche antes de empezar la guerra. Y de repente te encuentras que eres tú uno de los protagonistas de una historia que hemos visto tantas veces en la televisión.

Estabas durmiendo cuando impactaron las primeras bombas.

Sí, me llamó Jordi al teléfono de la habitación del hotel, yo pensaba que me había quedado dormido y me dijo 'ya la tenemos aquí', refiriéndose a la guerra. Se había despertado con el sonido de las explosiones.  

¿Cómo reaccionas? Tienes que empezar a tomar decisiones en un estado de muchos nervios.

Como entrenador tienes que tomas decisiones muchas veces en momentos de tensión, pero no tiene nada que ver. Estaban destrozando la ciudad con civiles. Pero al final con Jordi, que es una persona muy calmada, nos ayudamos mutuamente. Íbamos tomando decisiones que en ese momento pensábamos que eran las más adecuadas, dejándonos ayudar por la Federación. 

¿Los hoteles estaban preparados para un ataque? 

En el de Kyiv no tuvimos que refugiarnos porque pararon las sirenas. En el de Lviv había un SPA con una piscina cubierta que era un búnker. Tuvimos que bajar allí para que pudiesen controlar quién había en el hotel y quién no. Estaba preparado para situaciones de emergencia. Conozco gente que todavía está en ese hotel y que están bajando al búnker de seis a ocho veces al día.

¿Qué importante ha sido para ti que Jordi estuviera contigo?

Ha sido clave poder estar con él. Esta odisea ha sido más llevadera dentro de lo que cabe. También estuvimos en todo momento con el agente que negoció nuestra contratación con la selección ucraniana, que es de allí. Solo por el hecho de traducir ya nos iba bien. Al final su situación era diferente, más complicada, y con Jordi nos dijimos que debíamos estar tranquilos y confiar porque no nos quedaba otra. 

¿Has sufrido ansiedad? 

En el tren, cuando se paró durante la noche y no sabíamos qué pasaba. Si los rusos habían intervenido el tren, si había caído una bomba, si las vías estaban destrozadas. Costaba respirar.  

¿Y has llegado a temer por tu vida?

No como tal. Pero sí sentí mucha incertidumbre. Sabía que cada hora que pasaba la situación se podía complicar más. Vi escenas muy dramáticas pero no llegué a ver cómo estallaban los misiles o tiroteos, que quizás sí me hubiesen hecho temer por mi vida. 

Mientras luchas por huir de la guerra decides informar prácticamente en directo sobre tu situación a través de Twitter. ¿Por qué?

La noche antes subí una foto en Instagram enseñando que estaba en Kyiv, y cuando estalla la guerra la gente me empezó a preguntar. No podía responder a todos y el periodista Albert Llimós me animó a informar desde Twitter. Así pude tranquilizar a la gente cercana y a la vez también hacía una función informativa.

Te has cruzado con gente que seguro que te ha hecho reflexionar. 

Yo me despedí de miembros de la Federación ucraniana que me dijeron que al día siguiente se iban a Kyiv para coger un arma y defender a su tierra. Un día eres directivo de la Federación y al día siguiente te vas a la guerra a defender a su país. También en el tren había una madre con niños, dos hermanas de quince años que viajaban solas hacia Alemania. Fue muy duro. A veces nos equivocamos en darle valor a cosas que realmente no tienen. 

Esta experiencia te ha cambiado como persona.

Con Jordi lo hablamos. A veces perdemos un partido y nos enfadamos, estamos días sin hablarle a nuestros padres, nuestras parejas. Y esto queda en nada cuando ves lo que hay fuera. Hay gente que tiene que salir de su casa sin saber dónde irá y esto sí que tiene valor. 

¿Cómo lo ha vivido tu familia?

Han sufrido mucho, al final tenían a su hijo, hermano o pareja en un país en guerra. Y desde la distancia todo se magnifica. No les pasé las fotos de los tanques y preferí no decírselo todo para trasladarles que todo iba bien. Cuando llegamos al aeropuerto fue un desahogo total. 

Tu futuro profesional como seleccionador ha quedado en un segundo plano en tu orden de prioridades. Estás con manifestaciones, reuniones, dando voz a varias acciones para ayudar. ¿Es lo que más te preocupa ahora?

Totalmente. Ver partidos de jugadoras, analizar los rivales o hacer la lista de convocadas para mí es totalmente secundario. Ahora estoy centrando mis esfuerzos en difundir campañas de ayuda, en mi propia iniciativa para recoger material, también en poner en contacto a gente que quiera acoger con familias ucranianas, ayudando a un despacho de abogados de ucranianos de Barcelona. Y con la iniciativa 'Gol Solidari', que cuenta con jugadores como Ansu Fati para hacer subastas de material futbolístico para recaudar dinero. 

¿Dónde queda el deporte en todo esto?

A nosotros el fútbol nos salvó, nos sacó del país. Gracias a la Federación ucraniana pudimos salir de la ciudad y llegar a Polonia. Rubiales y la Federación española también nos ofrecieron todo tipo de ayuda. Yo conozco otros deportistas fuera del fútbol que no han recibido tanta ayuda. Esto durante el conflicto. Y ahora creo que el fútbol también puede ayudar muchísimo. Con donativos, acciones solidarias, utilizar a los jugadores y jugadoras que son tan influyentes para difundir mensajes. 

Muchas federaciones y organismos han decidido excluir a Rusia de sus competiciones o eventos. ¿Esto sirve de algo realmente?

A veces dicen que no hay que mezclar política y deporte, pero al final es una medida de presión más. Al final, sobre todo el fútbol, es mucho más influyente de lo que somos capaces de imaginar.

¿Hablas con las jugadoras de la selección y el resto del staff que todavía están allí? 

Sí, hablamos a diario. Con Jaume y Jordi nos hemos repartido toda la plantilla, incluyendo el staff. El objetivo con las que están fuera del país es encontrar la mejor solución para que puedan seguir jugando, sobre todo para que puedan tener un salario y ayudar sus familias. 

¿Y con las que están dentro del país?

Simplemente queremos asegurarnos cada día de que están vivas. Y que si deciden salir, que sepan que vamos a estar ahí para ayudarlas, para buscarles un sitio donde vivir y un plan de vida seguro para su futuro. Los hombres del ‘staff’ no pueden salir por ley, con ellos simplemente hablamos para saber si están bien. No podemos hacer mucho más.

¿Hay alguien en el Barça que te haya contactado para preguntarte o ofrecerte apoyo? 

Sí, la mayoría de jugadoras y miembros del cuerpo técnico. Y a nivel institucional, Xavier Budó me mandó un mensaje de apoyo y me ofreció su ayuda si necesitaba cualquier cosa.