El Fluminense noquea a un díscolo Boca y gana su primera Libertadores

El Fluminense rompió su gafe histórico y se coronó, por primera vez en su historia, ‘Rey de América’. Lo hizo a lo grande, ganando 1-2 con un último tanto de John Kennedy en la prórroga. El escenario era inmejorable: su Maracaná, donde se libertó de la derrota en la final del 2008 contra la LDU en los penaltis. Y el adversario, aún engrandeció más su conquista: el Boca Juniors, que posee la marca más temible del continente, y que, aunque invadió las calles y las playas de Río de Janeiro con decenas de miles de hinchas, ofreció una versión demasiado terrenal y, por eso, le tocará dilatar la espera para alcanzar ‘La Séptima’.

El triunfo del Tricolor en la Libertadores, que amplía el dominio de los clubes brasileños con su quinto cetro consecutivo, es la coronación del ‘Dinizismo’, la propuesta futbolística de su técnico, Fernando Diniz, (que compagina el cargo con el de seleccionador): una propuesta netamente ofensiva tácticamente rompedora, que, a través de la asimetría, enaltece en el buen trato por el balón.

Esta era una final de cartas marcadas, entre el más goleador del torneo (el Flu sumaba 22) ante la defensa más sólida (solo cinco tantos encajados por los xeneizes), pero que no contaba con su 'kaiser', Rojo baja por sanción.

Y la puesta en escena arrojó a los brasileños monopolizando la posesión del balón, superior al 70% desde los primeros minutos, marcando el tempo, siendo propositivos y encogiendo a un Boca, reactivo y, en muchas fases, empequeñecido, apostándolo todo en encajar un balón largo para Cavani.

Y la idea innegociable del Flu, que en esta ocasión no llegó a ser exuberante por la trascendencia del duelo, tuvo su premio con un primer gol de Germán Cano (min. 36.) en una acción elaborada y con los once futbolistas del Boca en su parcela defensiva. Keno, tras una buena combinación en el flanco izquierdo, centró para que el artillero de la competición rematara de primera más allá del punto de penalti.

El Xeneize llegó con respiración asistida al descanso. Jorge Almirón puso orden a la tropa e inyectó autoestima. Y, en el segundo tiempo, se intercambiaron los roles. El Flu abdicó de sus principios. Aceptó achicarse para dejar pasar los minutos y lo pagó caro, casi le cuesta el partido y el título.

El Boca se lo creyó y empató con un golazo del peruano Advíncula, con un gran zurdazo desde fuera del área (min. 72'). Fue su cuarto tanto en el torneo.

La final se fue a la prórroga, porque el lateral Diogo Barbosa desperdició el balón de la final en el descuento, con un lanzamiento cruzado mal calibrado. Su fallo fue atenuado porque John Kennedy, que había entrado en el minuto 79, marcó un golazo, con el que se despidió del partido, porque vio la segunda amarilla porque se fue a la grada a celebrarlo con la 'torcida'. Llegó, decidió y se fue, todo a la velocidad de la luz. Fue el héroe del partido.

Con uno más, el Boca tendría veinte minutos para, como mínimo, empatar e ir a los penaltis, de donde había ya conseguido el pase en las tres eliminatorias del torneo... pero Fabra perdió la cabeza y dio un bofetón al central Nino y fue expulsado con la aportación del VAR.

En una segunda parte de la prórroga con un Boca lanzado sobre la porteria de Fabio, los cariocas supieron sufrir y se llevaron merecidamente el partido y su primera corona continental en una noche en la que se vio llorar de emoción a 'viejos rockeros' como Felipe Melo y el exmadridista Marcelo.