Las ciudades de Màxim

Màxim Huerta presenta 'La parte escondida del iceberg'

Màxim Huerta presenta nuevo libro

Màxim Huerta presenta nuevo libro / Cristina González

Carme Barceló

Su sexta criatura ha llegado al mundo entre ciudades, como las anteriores, pero con un ADN emocional directamente proporcional al del propio autor. Màxim Huerta llega con su libro bajo el brazo,  aspirando el aroma de una Barcelona que adora porque “si me puedo definir de alguna manera es ‘mediterráneo’. Aunque viva a caballo entre París y Madrid, Valencia es mi punto de apoyo y Barcelona, un lugar único y especial”. El periodista extiende este cariño al fútbol. Se confiesa muy culé y su último partido en vivo y en directo fue “el 4-0 ante el PSG. Allí estaba yo, invitado por el presidente Bartomeu. Iba en metro camino del estadio y cuando testé el estado anímico de aquella afición sentí que la cosa no iba a ser fácil. Ya en el campo fue impresionante. ¡Aquello parecía un sambódromo!”. La remontada la vivió “vibrando con mis primas delante del televisor. Se me saltaron las lágrimas”. Otra vez a vueltas con las emociones, con la dermis desnuda y la piel de gallina. “La lectura que extraes de ese partido -explica Màxim- es que nada es imposible. Si crees, puedes”.

LIGERO DE EQUIPAJE.

Con la azulgrana torre Agbar al fondo, una botella de agua en la mano y rodeados de cientos de estudiantes de diseño, Huerta recita una tras otra esas emociones que le han provocado “abrirse en canal en ‘La parte escondida del iceberg’. Escribirlo ha sido como una operación a corazón abierto. Adiós a muchos lastres. Me he expuesto y me he quitado un montón de capas. Tenía que ser así. Tocaba”. Como toca el corazón esta novela en la que el autor, narrador y protagonista de la misma deja atrás “un montón de prejuicios y de ponerle ‘peros’ a la vida y a mí mismo. Desde que puse en la calle esta obra voy mucho más ligero de equipaje”.

MÁS ALLA DEl GYM.

Le gusta vivir las ciudades. Va de café en café, donde se confiesa “un ‘voyeur’, captando detalles, apuntando historias en una libretita e imaginando que hay detrás de cada persona que se sienta cerca de mí. Me gusta observar la vida. ¿Vivirla? Bueno, eso es fascinante”. Camina durante horas, actividad con la que justifica su cuota de ejercicio físico. “Sí, odio el gimnasio -reconoce- y prefiero pasear a pie, en bicicleta, con mi perra ‘Doña Leo’, solo o con amigos”. En Barcelona aprovecha “para perderme por esas calles bonitas que tenéis” y promete “venir el fin de semana de Sant Jordi y quedarme tres días para vivirla más allá de los horarios de las firmas de libros”. Y esa noche se jugará un clásico que él verá en un televisor de algún bar perdido en esta ciudad que tanto quiere.