Historia SPORT

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David "Currito": Una vida por y para el Muay Thai con un breve paso por La Masía

Campeón Mundial en WKN, K1 Max en Portugal y Campeón de España de Muay Thai

David tiene una vida repleta de vivencias que lo han llevado a ser uno de les precursores del kickboxing en España

Imagen del gimnasio que dirige actualmente “Currito”

Imagen del gimnasio que dirige actualmente “Currito” / SPORT

Alessandro Marruccelli y Roger Güell

Viernes 10 de diciembre. 12:30 de la mañana. Gimnasio Antarai, Sant Joan Despí. Por la puerta entra un hombre vestido puramente de deporte con dos señores al lado y un motor viejo sobre los hombros. Extrañados por la situación, vemos como el hombre intenta reparar el viejo aparato con una llave inglesa un poco deteriorada. Acto seguido, cuando nos ve ahí parados nos pregunta: “Que feu nois? Passeu a dins que això és casa vostra!". Intuimos que era David, pero no estábamos seguros... Decididos a conocer un nuevo mundo, entramos a su gimnasio. Lo primero que nos llamó la atención fue la estética tan diferente a los gimnasios tradicionales. Al instante, nos encontramos a un hombre vestido de traje y tejanos que nos saluda de una forma muy respetuosa, dándonos la mano y haciéndonos una reverencia como si estuviéramos en Asia. Minutos después, averiguamos que ese saludo se llama “WAI” i es el saludo Tailandés. Y es que de eso se trata Antarai, un espacio donde entender el deporte a partir de los valores Tailandeses (gratitud y respeto), valores que ha llevado hasta la bandera David Calvo “Currito”, un hombre que ha dedicado su vida por y para el Muay Thai.

Nacido en Sant Ildefons, la vida de David Calvo siempre ha estado relacionada con el deporte. “Yo empecé de chiquitito a jugar a fútbol, era mi pasión. Empecé en el UE Sant Ildefons, en mi barrio y ahí empecé a despuntar un poco. Luego, acabé jugando en el Barça”. Con 14 años, David dejó el club de su barrio, donde jugaba con sus amigos, para cumplir el sueño de entrar a formar parte de La Masia. El cambio fue brusco. “Fue increíble. Fue pasar de un equipo que tenía la equipación justa, de tener que dejarla para que el siguiente se la pusiera, a tener equipación propia. En el Barça dejábamos la ropa ahí y ellos nos la lavaban. Para mí era lo máximo. Yo tenía 14-15 años cuando llegué al Barça y noté mucho la diferencia en los entrenamientos. En el Sant Ildefons entrenábamos dos veces a la semana; cuando llegué al Barça lo hacíamos 4 veces a la semana”.

David era un chico de un barrio humilde. Proveniente de una familia de clase obrera, no tuvo nunca facilidades para dedicarse íntegramente al deporte. Él mismo nos explica que la influencia de Félix, uno de los entrenadores que tuvo en La Masía, fue clave para que continuara centrado en lo que de verdad amaba: “Félix era el que me apoyaba más. Él era el hermano de un chico de mi barrio de Cornellá y el sí que es verdad que ponía más empeño sobre mí porque sabía de donde venía y que en un momento dado podía descarrilarme más que otros”.

Pese a no acabar dedicándose al fútbol, David se llevó de esa etapa del Barça una de las cosas que siempre va a dejar el deporte como eterno: la amistad. Ahí conoció a su entrenador personal que lo ha acompañado en todos sus éxitos: Claudi Pérez. Pero Claudi, es mucho más que eso, es un compañero de vida para David. “En el Barça conocí a Claudi Pérez que a día de hoy es familia. Mi tío está con su hermana, tienen tres niños”. Además, ambos han compartido una vida juntos como profesionales. Peleador y preparador físico se han juntado para trasladar la pasión por el deporte, que empezó en los campos de La Masía, hasta el más alto nivel del Muay Thai, pero: ¿Cuál fue el inicio del camino que llevó a David al éxito en este deporte?

“Mientras jugaba a fútbol, a los 16 años, fui a probar el deporte de contacto en un gimnasio de mi pueblo”. A David, cada vez le interesaba menos ir a entrenar entre semana con el equipo, y eso de tener que ir a jugar fuera los partidos, le hacía ver que se perdía los fines de semana. “Ir a jugar un domingo en Rosas, me partía el fin de semana”. Tras unos meses combinando los dos deportes, decidió centrarse en el que des del primer día le enganchó. “Cuando probé el Muay Thai, me cambió el chip, solo quería entrenar, entrenar y entrenar, cosa que en el fútbol no me pasaba porque ir a entrenar me costaba. Des del primer día en que empecé fue como una obsesión”.

David había encontrado en los deportes de contacto su verdadera pasión. Pero su talento y su dedicación no eran normales para un chico de 16 años. Su cambio de chip con respecto al fútbol fue increíble, pasó de perder les ganas por el fútbol para dedicar prácticamente su vida a un deporte que en los inicios del siglo XXI era de todo menos una certeza. “Todo recaía en la actitud y las ganas que tenía. Estaba todo el día en el gimnasio. Mañana, tarde y noche. Todo el día. Luego ya me puse a trabajar en la obra y fue más difícil. Plegaba de la obra e iba a entrenar, así de lunes a viernes y el sábado entrenaba yo por mi cuenta. Luego ya dejé de trabajar para dedicarme 100% a ello, y ahí era ya mañana y tarde”.

El camino de David para llegar al profesionalismo no fue nada sencillo. Tenía que convencer a su familia que dejar un trabajo estable para dedicarse íntegramente a un deporte casi desconocido era la decisión correcta, y eso solo podía hacerlo a base de resultados.

“Currito” tenía claro cuál era el camino que debía tomar. Inspirado en el mítico Ramon Dekkers, uno de los mejores Kickboxers de la historia y uno de los primeros luchadores europeos que decidió enfocar su carrera en las competiciones tailandesas (las mejores del mundo), desde bien joven empezó a pagarse sus propios viajes a Tailandia para participar en los campeonatos amateurs del país y empaparse de una cultura que con el paso del tiempo acabó admirando. Con solamente 17 años, y sin posibilidad alguna de poder obtener un rédito económico a cambio, David participó en los campeonatos amateurs del mundo de Muay Thai celebrados cada año en Tailandia. Pero llegar hasta ahí fue una auténtica odisea para él. “Tuve que hacer camisetas para poder pagarme el viaje. Se las vendí a mis amigos, familia, gente de mi gimnasio... Con eso me pagué el billete. Un viaje a Tailandia es muy caro y en esa época aún más. Además, nosotros lo cogíamos con varios transbordos y siempre con tiempo para que fuera más barato. Encima, me planté únicamente con mi entrenador y con uno de mis mejores amigos de toda la vida. Fue una verdadera aventura, pero no la cambio por nada. Estar ahí para mí era una fantasía, flipaba con la cultura, la gente, los combates; era todo increíble. En aquella época yo ya era un friki del Muay Thai y de Tailandia. Todo lo que miraba en casa eran vídeos del país por YouTube y, sobre todo, combates de mi ídolo: Buakaw”.

Buakaw Banchamek, es conocido por muchos como el mejor peleador de todos los tiempos, ha competido en un total de 408 peleas, de las cuales ganó 358 con 5 empates y solamente 45 derrotas. Ostenta varios títulos de los cuales destacan las dos veces que ganó el Mundial de K-1 (2004 y 2006). Según los expertos, Buakaw se podría considerar como el Michael Jordan de las artes marciales.

A nivel deportivo, el resultado para David también fue óptimo. Consiguiendo la medalla de bronce entre más de 150 países participantes, el nombre de “Currito” empezó a sonar con fuerza en el mundo del deporte de contacto. Aun así, el principal objetivo de David seguía siendo

poder convencer a sus padres que el Muay Thai iba a ser su forma de vida. Siempre que dejó caer la propuesta en casa, la respuesta por parte de sus padres y de sus tíos (dueños de la empresa en la que trabajaba) fue la misma: “Ya verás que volverás, volverás y te arrepentirás de verdad”. Para un chico tan joven vivir este proceso fue muy complejo. Él mismo asegura que también llegó a tener incertidumbre. “Yo también tenía mis dudas. Tenía un trabajo fijo, cobraba muy bien, con 18 años me compré mi coche cuando todos mis amigos aún no podían... Además, mis padres tuvieron muchos problemas en aquella época y tener una fuente de ingresos segura era una bendición para la familia. Trabajaba mucho, hacía de siete de la mañana a siete de la tarde en la obra y el resto del tiempo lo dedicaba a entrenar, pero tenía dinero que era lo importante. Hasta que llegó un día que mi pasión se sobrepuso a todo”.

David Calvo (Izquierda) en Bilbao contra Jairo Díaz, delante de 11.000 personas

David Calvo (Izquierda) en Bilbao contra Jairo Díaz, delante de 11.000 personas. / Masters Series V

Uno de esos días llegó cuando pudo celebrar su primera pelea profesional. Con tan solo 19 años, disputó El Campeonato de Cataluña de Muay Thai. “Ese día es uno de los recuerdos más bonitos que tengo, lo tengo grabado en la memoria. Vinieron todos mis amigos, eran unos 200. Gané y me sentí cómo si hubiera sido campeón del mundo. Esa pelea me hizo ver que esa era mi vocación”. Pese a haber ganado infinidad de campeonatos a nivel nacional y mundial, David sigue guardando ese primer cinturón en la sala principal de su gimnasio. Y es que el valor sentimental de este galardón va más allá de cualquier premio en forma de dinero o reconocimiento. Aquel Campeonato de Cataluña fue el día en el que David demostró a su familia y se demostró a sí mismo que, si seguía trabajando tan duro, se podía ganar la vida con el deporte que tanto amaba.

Una vez conseguido este primer pequeño gran logro, la ambición de un joven campeón de tan solo 19 años no se iba a detener aquí. Tenía grabado entre ceja y ceja disputar un torneo profesional en Tailandia y luchar contra su ídolo, Buakaw.

Por fortuna, la de David, es una de esas historias del mundo del deporte con final feliz. Porque “Currito” no solo consiguió disputar un campeonato profesional en Tailandia, sino que llegó a estar temporadas de hasta tres meses peleando sin parar por el país asiático donde, tras ganar diversas medallas y cinturones, se hizo con el apodo de “Golden Boy”.

En una de estas estancias, consiguió su gran sueño: pelear contra su ídolo de la infancia, Sombat Banchamek “Buakaw”. David describe el combate como la vivencia más increíble que ha podido vivir hasta el momento.

“La pelea tan solo duró 2 minutos, Bwakaw tiene muchas técnicas que acaban en el hígado, y cometí un error nada más empezar: Los nervios me jugaron una mala pasada y en un minuto le mostré un sitio a Bwakaw por donde poder atacarme, y era el momento en que lanzaba mi rodilla. Ya en el primer minuto me había hecho esta técnica y me dejó tocado en el hígado, pero en el segundo minuto, la repitió y ese fue el final de la pelea. Nunca creí que le sería tan fácil derrotarme, ya que estaba en uno de los mejores momentos de mi carrera. Aun así: Fue una sensación única. Pelear contra al que veía con 15 años por YouTube y flipaba...fue único”. Pese a que llegaba con un balance de 42 victorias en 48 peleas, “Currito” no pudo hacer buena la teoría que el alumno supera al maestro. “Perdí. Pero bueno he perdido, he ganado, he vuelto a perder... el resultado era lo de menos. Lo importante es poder recordar todas estas grandes experiencias”.

Una de estas grandes experiencias es la relación que ha entablado David con Tailandia, tanto a nivel social como deportivo. Amante de su vida “relajada, tranquila y sin estrés”, “Currito” se ha dado cuenta que la visión del deporte de su “segundo país” es totalmente distinta a la europea.” Ahí hay gente que vive por el deporte, pero no es como aquí. “Un chico con 15 años del Barça ahora puede ganar tres mil euros al mes, se lo ingresan a la cuenta de sus padres. Ahí tal vez un niño de nueve años tiene que darle de comer a la familia. Es todo más difícil. Y en el tema de las luchas, la mentalidad de una persona de un país u otro es muy diferente, y eso afecta. No es lo mismo alguien que ha pasado hambre, que alguien de aquí. Yo soy un chico de barrio, que no ha tenido de todo, pero no es lo mismo que una persona de Tailandiaque viene de pasar de hambre, de guerras... “

Estilo de pelea Thai Fight, el método tradicional tailandés sin guantes

Estilo de pelea Thai Fight, el método tradicional tailandés sin guantes. / SPORT.es

Las vivencias y peleas de David por Tailandia han servido también para abrir paso a una generación de luchadores españoles que ven en “Currito” un ejemplo a seguir para dar pasos hacia adelante en el mundo del deporte de contacto. Pese a esto, la situación aquí con estos deportes sigue siendo complicada “En otros países como Francia, Holanda, Bélgica, Rusia ayudan mucho más al peleador porque el deporte de contacto está más valorado en su país, tienen subvenciones, ayudas... Ahora, aquí, parece que empieza a haber algo con IFMA, que si quedas campeón del mundo te dan alguna beca, pero no hay comparación. En Rusia, por ejemplo, si ganas el torneo local ya tienes para vivir perfectamente”.

A día de hoy, David intenta ayudar al desarrollo del Muay Thai y del deporte de contacto des de la posición de entrenador, una profesión que siente aún más que la de peleador: “Es una sensación totalmente diferente. Hace poco, Gonzalo (uno de los luchadores de David) peleó en Bilbao y me puse mucho más nervioso que cuando peleaba yo. Lo pasé peor. Prefiero pelear yo, porque me pongo demasiado nervioso. Me veo muy reflejado en ellos, veo cosas que yo hacía, es un cúmulo de emociones. También tengo más responsabilidades, porque cuando yo salgo a pelear tengo yo la presión y si pierdo me lo como yo, pero cuando va a pelear un chico me como el que yo he perdido y me como que tal vez se haya sentido mal, se desmotiva...

Pese a eso, la experiencia y sabiduría de David adquirida lo largo de más de 100 peleas profesionales trae a sus discípulos reflexiones que hacen crecer su capacidad individual y hacen crecer el mundo del Muay Thai. “A los chicos siempre les digo que hay que centrarse más en la derrota, porque hay muchas más. Hay que conocer las dos caras y saber afrontarlas, no solo la victoria. Una persona que no pierde, es una persona que no lucha. Hay que perder y hay que ganar”.

David Calvo “Currito”, una persona que ha crecido persiguiendo sueños y que ha sabido lidiar con lo más duro para una deportista profesional: la derrota. Porque al final, la vida de David, como la de cualquier otro, se trata de adaptarse y superarse haciendo lo que más amas siempre teniendo un objetivo en mente. Con una carrera exitosa a sus espaldas, “Currito” se dedica a dirigir su pequeño gimnasio llamado Antarai con la misma ambición y falsa inocencia con la que saltaba al ring para enfrentarse al campeón “Buakaw”.