'Spain is different', una vez más

El Arsenal ganó la última edición de la FA Cup en Wembley

El Arsenal ganó la última edición de la FA Cup en Wembley / sport

Francesc J. Gimeno

Francesc J. Gimeno

La Real Federación Española de Fútbol es una de esas instituciones que tropiezan una y otra vez con la misma piedra. Y no parece que haya ninguna intención de poner remedio a ello.

Cada año, por estas fechas, pone su anquilosada maquinaria a trabajar para escoger el escenario de la final de Copa y casi siempre se desata la polémica, especialmente desde que el Barcelona repite como finalista, algo que ocurre de forma consecutiva desde hace cinco años. En la mayor parte de los países europeos no tienen ese problema, ya que el escenario del último partido de la Copa se conoce de antemano al ser siempre el mismo.

Es lo que ocurre en las competiciones más potentes del Viejo Continente. El Stade de France de Saint-Denis es sede fija de la final de la Coupe desde su inauguración en 1998. Y lo mismo ocurre con Wembley, escenario de la FA Cup inglesa, el Estadio Olímpico de Berlín, que acoge la final de la DFB-Pokal de forma ininterrumpida desde la temporada 1984-1985, o el Olímpico de Roma, sede de la final de la Coppa italiana desde que se juega a partido único (2007-2008).

Esa también es la norma en Portugal (Estadio Nacional de Portugal), Bélgica (Rey Balduino de Bruselas), Escocia (Hampden Park de Glasgow casi siempre), Holanda (De Kuyp de Rotterdam), Austria (se alternan el Ernst Happel de Viena y el Wörthersee Stadion de Klagenfurt), Noruega (Ullevaal de Oslo), Grecia (Estadio Olímpico de Atenas) o Dinamarca (Parken de Copenhague). En Rusia o Suecia, en cambio, no hay una sede fija. Ambos países optan por la misma fórmula que la RFEF.