Rusky: goleador y ‘actor’

Gran dominador del juego aéreo, valiente y tenaz, la ‘mili’ lo alejó del Barça en los años setenta. Triunfó en el Valladolid

Por su parecido a Rusty, de la serie “Rin Tin Tin”, su primo lo apodó Rusky a los 10 años

Rusky, en el Camp Nou, posando con la camiseta del FC Barcelona

Rusky, en el Camp Nou, posando con la camiseta del FC Barcelona / FCB

David Salinas

David Salinas

Los enfrentamientos entre el Barça y el Valladolid siempre son especiales para Antonio García Ramos, en el mundo del fútbol conocido como Rusky. Natural de Badalona, llegó al filial azulgrana la temporada 1973-74 y alcanzó la cima: jugó cuatro partidos con el primer equipo barcelonista. El servicio militar cortó su trayectoria en el Camp Nou y el destino lo llevó a Valladolid, donde jugó ocho temporadas y fue figura.

Antonio García nació el 1 de febrero de 1953 en Badalona. De origen humilde, se crio junto a un hermano y dos hermanas en el barrio de Bufalà, donde empezó su idilio con el fútbol. Jugó con el juvenil del Bufalà para fichar poco después por el Badalona, donde empezó en la misma categoría y llegó al primer equipo. Destacó por ser un delantero hábil, valiente y dominar el juego aéreo. “Mi sitio está en el área, que es donde se ganan los partidos”, decía cuando recaló en el Barça la temporada 1973-74. Tenía fama de duro, pero mantenía que “hay que jugar con fuerza y más en mi puesto. No soy duro, pero tampoco vuelvo la cara en ningún momento”.

‘Bautizado’

En aquellos tiempos ya era Rusky, un apodo con el que fue ‘bautizado’ por su primo Manolín cuando tenía unos 10 años. El sobrenombre se lo ganó por su gran parecido (especialmente por su cabellera rubia) con el entonces popular actor infantil Lee Aaker, que daba vida a Rusty, un niño huérfano que servía en la Caballería de los Estados Unidos y al que siempre acompañaba un perro pastor alemán en la serie “Las aventuras de Rin Tin Tin”, ambientada en Far West. El mote, sin embargo, derivó de Rusty a Rusky.

Con ofertas del Barça y del Espanyol, el Badalona vendió finalmente a Rusky al equipo azulgrana para recalar en el equipo juvenil primero y el Barça Atlètic de Lluís Aloy después. Con el filial fue máximo goleador en Tercera División a nivel nacional. Su rendimiento lo encumbró al primer equipo, firmando su debut oficial el 3 de junio de 1974 en el Camp Nou contra el Oviedo (4-1) en partido de Copa. “¿Recuerdos? Salí en la segunda parte y estaba muy nervioso. Ahí estaba yo, al lado de mis ídolos, a quienes miraba fijamente y no me creía estar junto a ellos…”, rememora Rusky.

Recuerdos

De su etapa azulgrana recuerda la primera vez que entró en el vestuario del Camp Nou: “Rexach me dio la bienvenida gritando: Aquí llega el gran goleador Rusky”. Tampoco olvida el detalle que tuvo Cruyff con él a los pocos días: “Llegué con unas botas muy usadas, prácticamente rotas… El Flaco se me acercó y me regaló unas nuevas. No me lo creía… Me acogieron todos muy bien”.

Rusky solo jugó cuatro partidos oficiales, todos de Copa y porque, entonces, la temporada 1973-74, en el torneo del KO estaba vetado a los jugadores extranjeros. Michels, además de fichar a Clares para potenciar la vanguardia del Barça, también escogió al delantero catalá. El destino jugó entonces una mala pasada al badalonés, que pese a ser excedente de cupo en el sorteo del servicio militar, fue reclamado en julio de 1974 para cumplir con la Patria. Fue requerido por el Ejército del Aire (al que solo acudían voluntarios pero ese año hubo suficientes y tuvieron que destinar allí a los excedentes de cupo) y lo destinaron a Zaragoza. Durante un tiempo estuvo alejado de los terrenos de juego. 

Regresó a Barcelona y se reincorporó a la disciplina del filial, aunque los mandos nunca le dieron facilidades para que pudiera seguir su carrera deportiva. Es más, cuando el Barça Atlètic jugaba fuera de Catalunya, Rusky recuperó su apellido y jugó como García al tener prohibido salir de su Región Militar. En Barcelona fue destinado al Destacamento Aéreo del Prat. La temporada 1974-75, todavía en el Ejército, volvió a jugar tres partidos de Copa: dos contra el Sant Andreu (en el primero acabó con una herida en el ojo derecho) y uno —el último con el primer equipo— contra el Zaragoza.

A la aventura

Cuando el Barça fichó al uruguayo Alfredo Amarillo del Valladolid la temporada 1976-77, Rusky junto a Moré, Costa y el meta Santos fue cedido al equipo de Zorrilla. Michels le había dicho que no iba a jugar y no tuvo más opción que emprender la aventura. Jugó una temporada en calidad de cedido y anotó 18 goles en Segunda División, despertando el interés del Betis. El Valladolid, sin embargo, no lo dejó salir y le aplicó el aumento del 10% de su ficha para retenerlo.

La temporada 1979-80 vivió el ascenso a Primera División y jugó hasta el curso 1983-84, aunque la última campaña y media con muchas intermitencias debido a las frecuentes roturas de fibras. Se acercaba el final de su carrera después de triunfar con el equipo vallisoletano: 236 partidos oficiales (203 titular) y 93 goles. 

Recibió ofertas del Celta y del Cartagena, pero después del calvario de las lesiones recaló en el Sabadell de Antonio Jaurrieta (1984-85). El equipo lanero, en Segunda B, se interesó por él y consiguió su cesión por seis meses. Rusky aceptó por conservar todavía su domicilio badalonés, pero con 31 años ya no rendía como quería y, pese al ascenso, colgó las botas al final de la temporada. Regresó a Valladolid, donde había echado raíces.

En la ciudad del Pisuerga montó una empresa de distribución de alimentos y ya no se movió. Hoy, jubilado y abuelo, asegura estar “muy bien” en Valladolid, rodeado de “buena gente” y su familia.