López López: extremo, extremo

El exjugador del FC Barcelona ha fallecido este lunes 18 de marzo a los 58 años después de sufrir un infarto

Formado en la cantera del FC Barcelona, su regular aparición en el primer equipo en la primavera de 1988 supuso una reconfortante bocanada de aire fresco

Francisco López López, en una imagen de un partido disputado en el Camp Nou contra la UD Las Palmas (1988)

Francisco López López, en una imagen de un partido disputado en el Camp Nou contra la UD Las Palmas (1988) / IGNASI PAREDES

David Salinas

David Salinas

Francisco López López (Barcelona, 19-11-1965) ha fallecido este lunes 18 de marzo a los 58 años tras sufrir un infarto. Formado en la cantera del FC Barcelona, su regular aparición en el primer equipo en la primavera de 1988 supuso una reconfortante bocanada de aire fresco. Explosivo, veloz y valiente, a sus 22 años dio profundidad por la banda derecha del ataque azulgrana en tiempos de crisis deportiva e institucional. La llegada de Johan Cruyff al banquillo del Camp Nou ese verano provocó un tsunami en el vestuario y el extremo catalán fue uno de los damnificados.

López López, que se dio a conocer con el primer y segundo apellido por haber otro López en el filial, Antonio -también delantero-, estaba llamado a tener protagonismo, pero llegó a la cima en el peor momento: las 8 derrotas en el Camp Nou esa temporada (récord negativo histórico), el Motín del Hesperia y el polvorín en que se había convertido el club dibujaron sin matices un fin de ciclo que arrasó con todo. Ni la Copa (1-0 a la Real Sociedad) frenó la revolución liderada por el Flaco.

López López empezó a jugar en el barrio de La Verneda i La Pau, con amigos. Se fijó en él un vecino, Antonio Sánchez, entonces jugador del Juvenil azulgrana. Tenía 10 años, pero muy buenas maneras, decían. Antonio convenció al chaval (y a sus padres) para que acudiera a una de las pruebas sabatinas (Torneo Social) que hacía el Barça por aquel entonces.

La experiencia no fue muy positiva. López López quedó impresionado por el avispero de aspirantes que se dieron cita para probarse. Además, su presentación fue regular tirando a mala. Pero como Antonio Sánchez, los técnicos, algo vieron en él, concretamente Lluís Pujol, que nunca tuvo dudas: “Era un extremo clásico, encaraba, se iba en el uno contra uno y ponía el balón donde quería. Pura clase”.

“Era un extremo clásico, encaraba, se iba en el uno contra uno y ponía el balón donde quería. Pura clase” (Lluís Pujol)

Lo volvieron a convocar, pero no acudió a la cita, no quería repetir la mala experiencia que tuvo. El Barça insistió, llegando a presentarse en su domicilio para convencerlo. Y volvió otro sábado. Rindió mejor y entró a formar parte del Alevín A, al mando del histórico Juanito Segarra, el Gran Capitán. Su proyección fue espectacular: Infantil A, Juvenil A, Amateur, Barça Atlètic y FC Barcelona. No pasó por ningún B.

Despegue

La huella de López López en el primer equipo aparece en el famoso partido de la huelga. El Amateur de Lluís Pujol, ante el paro de los profesionales, representó al primer equipo el 9-9-1984 en Liga en el Camp Nou y ganó 4-0 al Zaragoza. Sumó dos puntos en una Liga que se tiñó de azulgrana 11 años después. A López López lo vigiló Villarroya, lateral izquierdo que llegó al Real Madrid y a la selección. La Liga 1984-85 también tuvo algo de aquellos chavales. Después fue subcampeón del Mundial Juvenil en Rusia 1985 y volvió al primer equipo a finales del curso 1985-86, en la Copa de la Liga, torneo en la que jugó los cuartos (ida) y la final contra el Betis, a doble partido. Segundo título y primera prima: un millón de pesetas.

López López volvió a brillar en el Mundialito de Milán, en junio de 1987. Marcó un gol al Oporto, entonces vigente campeón de Europa. TV3 dio los partidos y la afición empezó a descubrirlo y a compararlo con Charly Rexach: de la casa, rubio, con el ‘7’ en la espalda… En Liga debutó con Terry Venables en Sarrià (2-0) el 12.9.1987 para volver ya con Luis Aragonés en enero de 1988.

Cuando salía a calentar, el Camp Nou se alteraba. Runrún en la grada. En ocasiones la afición le pedía a Luis el cambio. La gente tenía ganas de López López. Creaba expectativas e ilusión. Cruyff se lo llevó a Papendal en el verano de 1988, pero fue sincero con él: tenía por delante a jugadores como Salinas, Lineker, Carrasco, Valverde… El Barça lo cedió al Oviedo para controlarlo. Pese a sufrir una lesión (menisco) hizo una buena temporada y el equipo asturiano quiso que continuara, como él, pero el club azulgrana tenía otros planes para López López.

El adiós

Fue entonces cuando algo se rompió después de trece años. Le ordenaron que fuera cedido al Figueres bajo amenaza de apartarlo del equipo y ejercitarse en campos de tierra.

Empezó así una etapa por Segunda en el Figueres (1989-90) y Levante (1990-91) y por Segunda B en el Ávila (1991-92) y Cacereño (1992-93). López López volvió a casa y, después de recibir ofertas del Júpiter y Badalona, fichó por el Tremp, líder del grupo 2 de Regional Preferente (noviembre de 1993 a enero de 1994) y Huesca (para jugar la fase de ascenso a Segunda B en mayo-junio de 1994).

El Gernika frustró el sueño oscense, pero a Francisco no se le cayeron los anillos. Jugó en Tercera (1994-95) y ascendió con el Huesca el curso siguiente (1995-96) tras superar en la fase de ascenso al Calahorra, Tropezón y Hernani. Y colgó las botas. Invirtió bien y trabajó de comercial junto a su hermano Luis, mayor que él y con pasado en la Peña Villaverde, Coimbra y Horta. Radicado en El Maresme, mató el gusanillo en el fútbol formativo del Premià de Dalt, Premià de Mar y Vilassar solo para acompañar a su hijo cuando jugaba.