¿Qué fue de Estella? La elegancia nunca se jubila

Estella jugó en el Barça entre 1979 y 1983

Estella jugó en el Barça entre 1979 y 1983 / sport

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Hay detalles que no se compran con dinero: que se lo pregunten a tantos jugadores que han pasado por el Barça intentando buscar el adorno en vano. Donde no hay elegancia ni clase, es absurdo buscarla: en el fútbol y en la vida. Juan José Estella nunca tuvo ese problema porque desde que llegó al Barça, antes de cumplir los doce años, demostró una elegancia muy poco habitual.

Y eso que su historia comenzó con una ficha falsificada. “La edad mínima para competir eran doce años, pero yo ya jugaba en Sant Joan Despí con once, y cuando hice las pruebas del Barça, las pasé con una ficha falsificada”, recuerda. Su talento no pasó desapercibido para Oriol Tort, que le reclutó. Fue un centrocampista fino y elegante, de esos que siempre acaban pagando el peaje del pundonor: sus detractores siempre le reprocharon que era un futbolista demasiado frío.

Antes de afianzarse en el primer equipo, Estella se fue cedido al Córdoba porque allí le había tocado hacer la mili. Luego pasó por el Valladolid, en la 1978-79, cuando su nombre empezó a aparecer en la agenda de los grandes. “Me querían el Madrid y el Atlético y yo terminaba contrato, me tocó informar al club de que quedaba libre”, dice.  

De su etapa en blaugrana, Estella guarda mil recuerdos. “El partido que jugué doblemente infiltrado contra la Real, con una pierna anestesiada, como si me la hubieran cortado, el viaje a pie que tuvimos que hacer de Vallvidrera a Sarrià para jugar contra el Espanyol porque había nevado y estábamos incomunicados, las tartas de manzana que nos llevábamos del hotel, la huella que dejó en el club la maestría de Laureano Ruiz, y muchas otras historias más”. 

el tren del mundial pasó de largo

En 1982, el tren del Mundial le pasó muy cerca. Estaba en la lista pero se cayó a última hora por razones que nuna supo. “Estaba negociando la renovación con el Barça, pero las cosas no iban bien, tanto que Lattek me llegó a decir, ‘procura no fallar porque hay gente arriba que me presiona para que te saque del equipo”. Desapareció de las alineaciones y también del Mundial. 

En 1983 le tocó despedirse del Barça: pasó por el Mallorca y el Sabadell para acabar su carrera deportiva en el Sevilla, donde firmaría el gol de su vida. El gol del siglo, según algunos aficionados que vieron en directo aquel Sevilla-Osasuna del 4 de septiembre de 1985. Se regateó a medio equipo rival antes de entrar en la portería con el balón controlado, pero Estella no es de los que se cuelgan medallas. “Recuerdo la ovación de la gente y los pañuelos en la grada”. 

A diferencia de la mayoría de jugadores, Estella no dejó el fútbol por las lesiones. Tampoco por la edad, solo tenía 30 años cuando colgó las botas. “Estaba en el Sevilla y mi padre se puso enfermo; viajaba cada semana a Barcelona para verlo, llegaba a Sevilla los viernes para entrenar un par de días y jugar los partidos, aquello era una falta de respeto a mis compañeros y decidí que lo mejor era rescindir el contrato”, 

recuerda. 

Dejó el fútbol, pero no el deporte. Solo así se explica su estampa de galán de cine, fabricada a base de muchas hora de bicicleta y fútbol. “Lo que pasa es que a medida que pasan los años te das cuenta de que hay muchas cosas que ya no puedes hacer, o que haces sin la intensidad que te gustaría”, confiesa. Vive en Mallorca, donde abrió un negocio de hostelería y viaja con frecuencia a Barcelona para participar en los actos de la Agrupació Barça Jugadors (ABJ). “Sigue siendo el más elegante... dentro y fuera del campo”, explican desde las oficinas de la ABJ.