Neymar, la rebeldía de un líder

La noche de Ney

La noche de Ney / EFE

Dídac Peyret

Dídac Peyret

Nadie tuvo más fe en lo imposible que Neymar. Incluso Suárez, el tipo más resistente a la adversidad, amagó con abdicar. Pero ahí estaba el brasileño para vestirse de héroe y liderar la remontada cuando la melancolía se apoderaba del Camp Nou. 

"En cuanto haya un 1% de posibilidades, tendremos un 99% de fe", avisó en su cuenta de Twitter. Y Neymar se vistió de Messi cuando todo el mundo imploraba la versión marciana del '10'. 

Una versión que no llegó, pero esta vez fue el equipo quien ayudó a Messi. Sobre todo un Neymar que vivió el encuentro a flor de piel. Solo hacía falta ver su mirada. Su deseo incontenible de arrastrar al equipo a hacer historia. Su rebeldía contra la inercia tras el 3-1. "Llevaba una semana esperando como loco esperando este partido", reconoció tras el encuentro.

El Camp Nou asistió a la confirmación de un líder, porque no hay nada tan contagioso como el entusiasmo. La imagen del brasileño, golpeándose el escudo, mirando las gradas enrabietado, es de esas que marcan un antes y un después. Porque ayer sí, el barcelonismo sintió que Neymar es uno de lo suyos.

Ney se vistió de Messi cuando todo el mundo imploraba la versión marciana del '10'

"Respeta nuestra historia", escribió en su cuenta de Instagram con una foto junto a sus compañeros. Una frase que refleja el espíritu combativo de un futbolista al que nunca se le concedió ser adolescente. A pesar de que siga teniendo gestos de niño. A pesar de que su fútbol sea una recuperación semanal de la infancia. 

Desde pequeño tuvo que convivir con la exigencia de las expectativas. También con el peso de un país entero, de la meca del fútbol, de un Brasil que en los últimos tiempos ha sufrido una crisis de talento. En ese contexto, en el más difícil todavía, Neymar exhibe una determinación sin parangón.

El Camp Nou asistió a la confirmación de un líder ambicioso

También en un Barça donde convive con el ruido judicial y la presión de coger, algún día, el relevo de Messi. Su nivel de confianza es ahora simplemente brutal. Marcó dos goles, pero lo sobrenatural ocurrió en el gol de Sergi Roberto.

En medio de la incertidumbre, con el tic-tac . Fueron segundos pero pareció una eternidad. Agarró el balón, tiró un amago, levantó la cabeza y lanzó un balón delicadísimo para Sergi Roberto. 

Si a los grandes se les mide a fondo en las dificultades, Neymar demostró que puede arrastrar a un equipo entero. "Jugamos sin miedo alguno. Es mi mejor partido, por la historia que hemos hecho y por los goles que he marcado".

Tras el encuentro, lo disfrutó a lo grande. Fiel a su estilo. Con un pañuelo en la cabeza al estilo Tupac y una fiesta a la altura del partido, porque Neymar nunca entendió la vida sin alegría y osadía