'Cheché' Martín: un futbolista con alma de pintor

Nómada del fútbol, jugó en Argentina, Venezuela, Francia, España y México, e inquieto por las Bellas Artes, el defensa gallego destacó por su técnica y pundonor durante su etapa en Les Corts. También tuvo una prolífica carrera en los banquillos

Lateral derecho y en ocasiones volante del mítico equipo de las 'Cinc Copes', fue azulgrana entre 1950 y 1953

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José María 'Cheché' Martín en una imagen tomada en Les Corts

José María 'Cheché' Martín en una imagen tomada en Les Corts / FCB

David Salinas

David Salinas

El 1 de enero de 1950 el campo de Les Corts abrió sus puertas. El cartel invitaba a empezar el año viendo fútbol: CF Barcelona, campeón de Liga, contra Racing Club de Avellaneda, campeón de Argentina. El equipo del uruguayo Enrique Fernández, que había perdido ante San Lorenzo de Almagro el día de Navidad, se reforzó con tres jugadores para plantar cara a ‘La Academia’: José María Martín (Deportivo), Antonio Puchades (Valencia) y Rosendo Hernández (Espanyol). El delantero blanquiazul fue el autor de los goles barcelonistas (2-1).

Ese día el barcelonismo descubrió al que sería jugador azulgrana entre abril de 1950 y febrero de 1953: José María Martín Rodríguez, ‘Cheché’, desde su infancia. Nació en La Coruña el 25 de abril de 1924. Su intensa historia deportiva y personal llevaron al periodista Arturo Lezcano a publicar la biografía de Martín, que quedó recopilada en 368 páginas, escritas en gallego, en el libro “Cheché Martín, fútbol sobre lenzo” (Lea, 2005). “Un excepcional futbolista con alma de pintor”, según el autor.

Marcado

La vida de Martín experimentó un dolor irreparable a los 12 años con el estallido de la Guerra Civil española. Su padre, Joaquín Martín, militante republicano y secretario del ‘Concello’ coruñés, fue fusilado en agosto de 1936 por el bando levantado en armas. Martín, junto a su madre Elvira y sus dos hermanas, se vio obligado a tomar el camino del exilio en 1937. La familia Martín Rodríguez puso rumbo a Argentina y fue allí, en el colegio de los salesianos León XIII de Buenos Aires, donde ‘Cheché’, en 1938, volvió a conectar con el fútbol tras iniciarse, con nueve años, en el Marina coruñés.

Probó en Boca Juniors, pero fue Banfield quien le brindó la oportunidad la temporada 1940-41, en la que debutó en sus categorías inferiores. Ya entonces también tuvo muy clara su vocación artística, trabajando como dibujante para la revista Argentina ‘Austral’ y vendiendo óleos. El fútbol lo llevó a Venezuela (Vasco de Caracas, 1945, donde coincidió con el exazulgrana Gerardo Bilbao) y Francia (Angers, 1947-48). Recaló en el fútbol galo atraído por su pasión y vocación por la pintura y al ser París el centro neurálgico intelectual y artístico de Europa.

El Deportivo, enterado de la presencia de un gallego en Angers, le hizo una oferta y firmó por dos temporadas con el equipo de La Coruña. Para Martín fue un doble reto: jugar en el equipo de su corazón y regresar a su tierra. Era más coruñés que la Torre de Hércules. En su segunda y última temporada, 1949-50, alcanzó el subcampeonato liguero.

En 1950 fichó por el Barça atraído nuevamente por las exposiciones artísticas y las conferencias de arte que podía encontrar en la ciudad condal. Con el conjunto azulgrana entró en la historia al integrar el famoso equipo de las ‘Cinc Copes’. Martín fue un recio lateral derecho, aunque su posición natural era la de central, con salida y pundonor. Su dominio del juego también le permitía jugar de medio volante. Sin embargo, a su juicio, el lugar más lindo para jugar al fútbol era en la retaguardia. En mayo de 1952 compró dos cuadros al novel pintor Antoni Tàpies, de 29 años, por 9.000 pesetas y que acabó vendiendo en 1975 por tres millones.

Del equipo de las ‘Cinc Copes’ dijo en una ocasión: “Éramos invencibles, ganamos todo lo que se nos puso por delante. La verdad sea dicha es que también coincidió con la llegada de Kubala y él lo representaba todo en el Barcelona”. Tenía muy claro que el secreto de aquel conjunto radicó en que “éramos un bloque compacto, un bloque de amigos y compañeros que jugábamos todos para todos, disfrutábamos jugando y disfrutaba el público con nosotros. Qué tiempos... Para mí, los mejores de mi época de jugador. Fuimos los niños mimados de la afición”. Para él, además, la temporada 1951-52 fue la de su debut con la selección española. Dejó el Barça por discrepancias con el entrenador, Ferdinand Daucik, y por cargar con la etiqueta de bohemio.

Aventurero

Atlético (1953-56) y Valencia (1956-58) fueron sus últimos equipos en España. Peregrino del fútbol, siguió su carrera en México, animado por sus amigos, el extorero Curro Caro, y el exbarcelonista Fernando García, el ‘Gavilán’, entrenador del Morelia. Se enroló en el Morelia entre 1958 y 1962, colgando las botas a los 38 años en la doble función de jugador-entrenador. El fútbol no le dio tregua y poco después se hizo cargo del banquillo del Toluca —donde coincidió con los hijos del ex del Barça Martí Vantolrà—, para dirigir también al Morelia y regresar nuevamente a España. Badajoz, Murcia, Deportivo, Zaragoza, Murcia (ascenso a Segunda, 1971-72), Valladolid, Terrassa, Recreativo y otra vez Deportivo (1975-77), con Arsenio Iglesias de segundo, fueron los equipos que dirigió.

Tras dar un paso al costado, se dedicó de lleno al mundo del arte (pintura y dibujo) que nunca había abandonado. Reconoció que cuando veraneaba en Sitges (“allí donde la vida se detiene”) tuvo momentos de gran inspiración y producción. Perfeccionista en extremo, solo hizo tres exposiciones, la primera en 1981. Martín falleció el 23 de junio de 2006 en La Coruña, a los 82 años.