Tiago Massana, un 'gigante' catalán en el Amazonas

El equipo que el FC Barcelona presentó contra el Universitari en un duelo del Campionat de Catalunya (12-2) celebrado el 7-11-1915. Massana, en el centro, entre Alcántara y el meta Brú, destaca por su altura

El equipo que el FC Barcelona presentó contra el Universitari en un duelo del Campionat de Catalunya (12-2) celebrado el 7-11-1915. Massana, en el centro, entre Alcántara y el meta Brú, destaca por su altura / sport

David Salinas

David Salinas

La altura de Yerry Mina (1,95 m), último fichaje del FC Barcelona, ha abierto el debate: ¿El central colombiano es el techo histórico del FC Barcelona? Seguramente sí, por lo menos comparando su talla con las referencias que se tienen de otros jugadores, pero… ¿y de los que no existen datos oficiales?

Viene a colación todo ello porque en tiempos pretéritos destacó la imponente figura de Santiago Massana, capitán del Barça la temporada 1915-16. Tiago, como así se le conocía, fue un deportista atípico. Quizás el primero en reconocer que era profesional del fútbol y con una historia para ser novelada y arrasar en las listas de ventas.

Su planta imponía. Era un ‘gigante’, un portento. Su amigo, el periodista Luis Meléndez, escribió en Vida Deportiva que Tiago medía aproximadamente un metro ochenta y cinco y que era “un tipo impresionante, magníficamente proporcionado, bien musculado y sin un gramo de grasa”.

Nació en Barcelona el 5 de junio de 1889 y siempre mantuvo que vino al mundo bajo el signo del deporte. Se inició en el Ibèric hacia 1903 y también jugó en el Club X, Espanyol (en dos etapas), Barça y Terrassa.

Colgó las botas con 29 años. Por cuerpo, actuó de defensa y su fuerte fue el juego aéreo. También el despeje, contundente. Tanto, que cuando la chiquillería sabía que jugaba Tiago aguardaba en la calle uno de sus potentes rechaces para recoger el balón y devolverlo, ganándose así la entrada gratuita al campo.

sabido y por saber

De Massana se sabe que, como capitán, retiró al Barça de la semifinal de Copa contra el Madrid el 15 de abril de 1916 tras el imparcial pito de José Ángel Berraondo en el segundo desempate (4-2). Tiago dijo en las páginas de Football que creyó oportuno el abandono del campo en el minuto tres de la segunda parte de la prórroga (108) “por estar harto de sufrir las equivocaciones del árbitro”.

Y se sabe también que jugó allí donde percibió una mayor recompensa y que su hermano menor, Alfredo (abuelo del pianista Tete MontoliuTete ), también jugó en el Espanyol, Barcelona y Terrassa. Igualmente, que apuró su físico para competir en festivales deportivos (jabalina, peso, disco, tenis, carreras, natación...) y que trabajó en Berna en una casa de importación de fruta.

Tiago, de talente bohemio y aventurero, después puso rumbo al estado de Pará, Brasil, desde donde recorrió el mundo (África, Asia y Oceanía) para regresar a la Amazonia, de la que había quedado hechizado.

La razón de este cambio de vida, sin embargo, no fue ningún capricho como se pensaba. Hubo una razón, y de peso. Massana, que había empezado a trabajar de secretario en el Sindicato Único de la Madera, se vio involucrado en la convulsa vida política que azotó Barcelona a principios de la década de 1920.

Perseguido y encarcelado

Fue perseguido y encarcelado y, en una ocasión, como relató él mismo irónicamente en 1933 al semanario La Rambla en una visita a su querida Barcelona, vio a la señora de la guadaña muy cerca: “Me aplaudieron. La ovación consistió en una descarga de más de catorce disparos”.

Tuvo problemas con la policía y el Gobernador civil de Barcelona, Severiano Martínez Anido, con fama de vengativo y violento. El militar ocupó este cargo entre noviembre de 1920 y octubre de 1922 y acentuó la represión hacia las organizaciones obreras y anarquistas aplicando la temida Ley de Fugas (ejecuciones paralegales).

Tiago, después de ver la muerte tan cerca, no se lo pensó dos veces y se las arregló para salir de Barcelona y, vía Lisboa, llegar a Belém, puerta de entrada a la Amazonia. Allí empezó una nueva vida en la selva.

Compró una isla

Compró una isla por “siete u ocho mil duros” y permitió que los indígenas vivieran y cultivaran en ella sin arriendo ni impuesto alguno. En una ocasión explicó que allí puso en práctica el comunismo “sin estridencias anarquistas”.

Massana, que siempre gozó del prestigio de “patrón”, llegó a ser vicecónsul español por esos lares y, que se sepa, solo regresó a Barcelona en 1933 y 1962. Se desconoce la fecha y lugar de su fallecimiento.