TOYOTA

Toyota investiga cómo medir el ritmo cardíaco del conductor en marcha

El objetivo de la firma japonesa es prevenir los accidentes causados por problemas de salud al volante.

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Los investigadores siguen investigando como predecir un ataque cardíaco. / UNIVERSIDAD DE MICHIGAN

Àlex Soler

Àlex Soler

Conducir puede ser muy estresante. Un atasco, una persona que cruce sin mirar por donde no toca o un coche metiéndose en una rotonda sin mirar son situaciones que pueden desatar los nervios de un conductor. Es por eso que no es una sorpresa que algunos accidentes se produzcan debido a una emergencia médica. Los ataques al corazón al volante, por ejemplo, son muy peligrosos tanto para el conductor como para todos los que transitan por la carretera.

Estos problemas han incitado a Toyota a unir sus fuerzas con un equipo de investigadores de la Universidad de Michigan para investigar y desarollar una sistema de motorización del ritmo cardíaco que se pueda incorporar en los coches para advertir a los conductores si son susceptibles de padecer algún problema de corazón durante la conducción.

UN LARGO CAMINO

En un principio, el Centro de Investigación Colaborativa en Seguridad de Toyota (CSRC) financió un estudio para dictaminar como se podría implementar un sistema monotrización del ritmo cardíaco en tiempo real en un vehículo. "Durante el estudio, identificamos los retos, algunas soluciones potenciales, programas informáticos y algoritmos que nos podrían servir", dijo Kayvan Najarian, el investigador de la Universidad de Michigan que lideró el proyecto.

Ahora, la investigación se enfrenta a dos retos principales. El primero es cómo desarrollar un sistema que pueda monitorizar el ritmo cardíaco del conductor que pueda implementarse en el coche y pueda trabajar con el ruido y movimiento del vehículo. Se barajan opciones como aparatos externos que se podrían usar para recoger la información, pero el escenario ideal sería poder medir el rimo del corazón del conductor con un aparato incorporado en el coche, posiblemente insertando sensores en el volante, en el asiento o en el cinturón de seguridad.

El segundo reto pasa por desarollar un algoritmo que pueda procesar los datos en tiempo real y predecir si el conductor padecerá un ataque cardíaco de gravedad. El equipo de investigación planea dedicar unos dos o tres años en el desarrollo de este algoritmo y de un hardware que solvente este problema. El objetivo es encontrar respuestas en 2020.

Y DESPUÉS, ¿QUÉ?

Otro gran problema al que se enfrentan los investigadores es decidir qué acción debería tomar el vehículo si prevé que el conductor va a sufrir un ataque cardíaco. Mientras que alertarlo podría empeorar el estado y añadir más estrés, que el coche actuara de forma autónoma, accionando los frenos hasta pararlo, podría ser igual de peligroso. Sin embargo, hasta descubrir como funcionará esta tecnología y como se implementará en los vehículos, no se podrá averiguar cuál es la mejor manera de que actúe en caso de ataque cardíaco.

Los peligros de padecer problemas de salud mientras se conduce son obvios. Aun así, al ritmo que avanza la tecnología y gracias a la dedicación de muchos fabricantes y entidades, su solución podría estar más cerca de lo que la sociedad espera. En un escenario ideal, quizás dentro de 15 o 20 años, una persona que sufra un ataque cardíaco no pondrá en riesgo la vida de sus pasajeros o los otros coches porque, gracias a la conducción autónoma, seguramente no esté conduciendo. En caso de sufrir algún problema, el coche incluso podría cambiar automáticamente su destino para llevarlo al hospital.