Uno de los grandes méritos de Croacia en el Mundial de Qatar 2022 no ha sido el de colarse entre las cuatro mejores selecciones por segunda edición consecutiva del torneo, sino el hecho de hacerlo sin la mayoría de los integrantes de la columna vertebral del combinado balcánico que compitió a las mil maravillas en Rusia 2018. El técnico Zlatko Dalic, asistido en el terreno de juego por un incombustible Luka Modric, ha liderado un relevo generacional exprés que, pase lo que pase de ahora en adelante, formará parte de los libros de historia del fútbol.

Argentina-Croacia: dos renovaciones profundas desde el 0-3 en Rusia (leer noticia)