Rodrygo, la perla blanca que hace olvidar a Benzema

Rodrygo Goes es ya una realidad. Entró de puntillas en el Real Madrid, sin prisas pero sin pausas, dejando patente una calidad propia de los mejores jugadores brasileños. Como Vinicius, está explotando en su tercera temporada de blanco, en la que empieza a dejar goles y detalles de super clase que fortalecen el ataque de los madridistas en comunión con su compatriota. Su actuación ante el At. Madrid confirma su crecimiento, haciendo olvidar al lesionado e insustituible Benzema.

A sus 21 años empieza a explotar sus mejores condiciones, convirtiéndose en la nueva joya del Real Madrid. La lesión de Karim preocupó al madridismo, que no veía un relevo en el banquillo capaz de sustituir al francés. Ancelotti había nombrado a Hazard como sustituto oficial de Karim en caso de una lesión o para darle descansos. El belga tuvo oportunidad y media como falso nueve, pero el italiano volvió a retirarle su confianza en el segundo partido para dar entrada al brasileño.

PAREJA LETAL

Rodrygo, como Vinicius y Hazard, es un diestro al que le gusta jugar a banda cambiada. Entrar por el perfil izquierdo para finalizar con la derecha. Pero esa posición es de su compatriota, que se la arrebató al belga la temporada pasada. Rodrygo se ha acoplado a las posiciones en las que Ancelotti le ha ido poniendo, para ir dejando constancia de su calidad y llamar a la puerta de la titularidad. El año pasado alternó el extremo derecho con Asensio, acabó ganándole la mano pero apareció Valverde para arrasar con su larga zancada, calidad y despliegue físico quitándole el caramelo.

Solo la lesión de Benzema le ha dado la oportunidad de ser titular y no la está desaprovechando. Su velocidad, calidad y descaro ha minimizado la importancia del galo. Perpendicular, rápido e inteligente se convierte en otro relevo joven que asegura el futuro del Madrid. Ante el At. Madrid fue el mejor de su equipo (MVP del partido). Acabó siendo una pesadilla para la defensa rojiblanca actuando de delantero centro para que nadie se acordara del francés. Hizo sufrir a la zaga local que ni pegándole pudo con él, con entradas durísimas como la de Reinildo que debió ver la roja. Un diamante en bruto que Ancelotti pule con esmero, sin prisas pero sin pausas.