Opinión

Yamal y Curbasí ponen en evidencia a los teóricos cracks

Lamine Yamal y Cubarsí, frente al Mallorca

Lamine Yamal y Cubarsí, frente al Mallorca / VALENTI ENRICH

 Se acerca el momento de la verdad. El día que el Barça se lo juega todo a vida o muerte. Mientras el papel en la Liga no pasa de mediocre, hay que exigir al equipo que dé la cara en la Champions en el partido mas importante de la temporada. Con orgullo y entrega total. Sin miedo y con responsabilidad. Se juegan tantas cosas el martes que no pueden fracasar, porque quedar eliminados en octavos frente al Nápoles sería un fracaso deportivo y una ruina económica.

El objetivo es a la vez una obligación. Ganar o ganar. El Barça tiene una de las tres plantillas mas caras de Europa y es hora de que lo demuestre en el campo. Cuesta de entender que sean dos jugadores de solo diecisiete años los mas destacados. El papel de Cubarsi y Yamal es tan excepcional, que deja en evidencia a los teóricos cracks, decimos teóricos porque su rendimiento esta por debajo de lo que ganan. Es un fenómeno digno de estudio que dos chavales de la cantera, ¡viva La Masía!, en su primera temporada en el primer equipo, superen en rendimiento y efectividad a jugadores consagrados como Lewandowski, Raphinha, Kounde, Joao Felix, Gundogan y De Jong. Ha llegado el momento de exigir más a los que fueron contratados como estrellas.

Que Cubarsi sea el mejor de la defensa dice mucho del canterano y poco de sus compañeros de línea. Que Yamal sea el delantero mas incisivo refleja la impotencia de los otros atacantes. La evidencia es tan grande que el club debería replantearse la política de fichajes apostando claramente por los jugadores de casa. Son presente y son futuro.

El equipo necesita el martes cambiar el chip y mejorar sensaciones. En Bilbao decepcionaron y frente al Mallorca les salvo el talento de Yamal, el único capaz de crear peligro cuando recibe el balón. Llevamos demasiados años sin cumplir el expediente en Europa y la cita con la Champions es una magnífica oportunidad para alejar fantasmas y dar un golpe de autoridad. Es hora de que los jugadores se conjuren para rendir al máximo nivel, para poner una quinta marcha y sacar el potencial que todavía no han demostrado. Es el partido de la verdad.

Falta velocidad, fuerza y convicción. La mentalidad es débil y la actitud demasiado pasiva. Xavi debe mentalizar a los jugadores como si fuera una final. El Nápoles no pondrá las cosas tan fáciles como en la ida. Vienen crecidos, convencidos de que tienen mucho que ganar y poco que perder. Su estrategia será de contención y contraataque. Si no se mueve el marcador, el tiempo jugará a su favor. Si el Barça quiere llegar a cuartos como uno de los ocho mejores equipos de la Champions, no tiene otro camino que jugar el mejor partido de la temporada.

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