Xavi viene a completar el círculo virtuoso

Xavi, en rueda de prensa

Xavi, en rueda de prensa / Al-Sadd

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Tito Vilanova gestionó con la ilusión de un novato y la dureza de la enfermedad la inercia ganadora del Barça que él mismo ayudó a construir, el mejor Barça de la historia, que también fue uno de los mejores equipos de fútbol nunca vistos. Gerardo Martino, su sucesor, fue E.T. en el Camp Nou y, desde que aterrizó, pensó en volver a coger la bicicleta y regresar a Argentina porque nunca entendió nada y tampoco nadie hizo nada para que pudiera entenderlo. Luego llegó Luis Enrique, un técnico cuya personalidad y energía innegociable chocó frontalmente con una plantillocracia que le obligó, afortunadamente, a ceder el mando a quien le dio el triplete, Leo Messi.

El hoy seleccionador español culminó la línea ascendente de un proyecto que, de 2008 a 2015, en solo siete años, se convirtió en dominador absoluto del fútbol europeo, que es lo mismo que serlo del fútbol mundial. No solo a nivel de clubs, algo obvio, sino también de selecciones, como demostró España sirviéndose del rebufo blaugrana para vivir la etapa más exitosa de su historia. Luis Enrique completó el ascenso a la cúspide de un proyecto que venía de lejos y cuya obra firman muchos autores.

A partir de ahí todo ha sido bajada porque todo lo que sube, eso nos enseñó Newton, baja. Ernesto Valverde, ahora lo sabemos, fue el mejor entrenador posible para guiar al Barça hacia el descenso sin despeñarse por el camino. El barcelonismo no supo valorar su forma de guiar al equipo hacia el campamento base para reponer fuerzas. Sus títulos de Liga, la solidez de sus equipos, su pragmatismo y la forma en la que supo obtener lo mejor de un equipo en caída fue una lección que el entorno despreció, borracho aún de grandeza. Quique Setién fue incapaz de mantener la firmeza de su antecesor y Koeman solo ha sido un recurso teatral para seguir engañándonos de forma colectiva. A Ronald, un símbolo usado de forma chapucera, le ha tocado el marrón de firmar el ‘The end’ que, como todo final, es el inicio de algo nuevo. El círculo virtuoso, finalmente, era eso.

La idea de quienes ganaron las elecciones en 2003 sigue viva y solo es necesario darle un nuevo impulso con la llegada de Xavi Hernández al banquillo para regresar a lo más alto de la circunferencia, de nuevo en sentido ascendente. Xavi viene a completar el círculo virtuoso proyectado hace casi dos décadas y cuyo éxito es innegable. El Barça ha recorrido un trayecto vital desconocido hasta la fecha que debe servir de referencia en el futuro para no cometer los mismos errores, pero también para convencerse de que en este club solo existe un camino válido para llegar, de nuevo, a la cima. Que así sea.