Xavi ya habla (y llora) como futuro entrenador del Barça

Xavi e Iniesta, dos jugadores que marcaron una época en el FC Barcelona por su clase y talento

Xavi e Iniesta, dos jugadores que marcaron una época en el FC Barcelona por su clase y talento / Javier Ferrándiz

Ernest Folch

Ernest Folch

El Barça se despide de Iniesta a cámara lenta y por fascículos, como si en realidad se estuviera despidiendo de una parte de si mismo. Ayer se reunió en el Camp Nou la historia viva del club, en un acto irrepetible que vio a muchos de los nombres más ilustres de la última década: de Eto’o a Messi pasando por Xavi y toda la actual plantilla: lo que empezó siendo un acto de despedida a uno de los mayores talentos que ha producido nunca el club terminó en realidad como un homenaje a una generación irrepetible, que ha colapsado de trofeos el Museo del Barça.

En el acto todos fueron fieles a su carácter: Eto’o fue espontáneo e impredecible, y como siempre políticamente incorrecto. Busquets fue sincero y simpático, Piqué, directo y claro; Alba, sencillo y natural y, por supuesto Iniesta estuvo siempre sobrio, elegante y discreto. Pero mención a parte merece Xavi, que demostró una vez más tener un discurso muy bien elaborado no solo sobre Iniesta sino también sobre el Barça en general: Xavi ya habla como el entrenador que un día será. Ayer bastaba con cerrar los ojos cuando hablaba e imaginarlo así un día no tan lejano en la sala de prensa del Camp Nou entrenando al primer equipo, un capítulo de la historia del club que ya está escrito antes de inciarse. Y fueron especialmente emotivas las lágrimas espontáneas de Xavi, que estalló de emoción cuando terminó el discurso que Andrés dedicó al club, a la plantilla y a su familia.

La emoción del ex ‘6’ blaugrana, que fue la de todos, afloró porque inevitablemente termina una época, a la que vamos despidiendo por capítulos: primero fue él, ahora Andrés, y un día, aunque no queramos, será Messi. Xavi quizás lloraba porque de La Santísima Trinidad del Barça ya solo queda un vértice y porque, en realidad, el presente, lentamente, empieza ya a ser pasado. El tiempo pasa muy rápido, y puede que más pronto que tarde, del acto de ayer surja un entrenador, un secretario técnico y un presidente. La generación dorada deberá seguir llenando de títulos el Camp Nou, aunque esta vez ya no sea en el campo sino desde los despachos.