La última lección de Koeman

La etapa de Ronald Koeman en el banquillo del FC Barcelona parece estar tocando a su fin

La etapa de Ronald Koeman en el banquillo del FC Barcelona parece estar tocando a su fin / JAVI FERRANDIZ

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Puede que fuera la última rueda de prensa de Ronald Koeman como entrenador del FC Barcelona. Y, sin duda, fue impecable. En el tono. En las formas. En las palabras. En los mensajes. Gustará más o menos. Acertará más o menos. Pero nadie puede cuestionar el barcelonismo del entrenador holandés. Ayer se comportó como un SEÑOR CULÉ, así en mayúsculas, ante los medios de comunicación. A pesar de la insufrible presión que está recibiendo. Son cinco meses sintiéndose menospreciado. Son cinco meses sintiéndose cuestionado. Son cinco meses sintiéndose subestimado. Y, sin embargo, actuó con una elegancia digna de elogio. Fue crítico, pero respetuoso. Tiró de ironía (su introducción recordando la despedida de Van Gaal ante los ‘amigos de la prensa’ fue muy ingeniosa) para describir el calvario que está viviendo.

Es consciente de que le quedan días (tal vez horas) en el cargo. Pero no tuvo ni una sola mala frase contra Laporta, a pesar de que sabe que ya le están buscando sustituto (”A mí no me han dicho nada. Pero tengo ojos y orejas y sé que se filtran cosas sobre mí”), y se limitó a reivindicarse e insistir en su idea de que no tiene los futbolistas necesarios para jugar como le pide el presidente. La sensación de despedida fue enorme. Koeman es consciente de que, pase lo que pase ante el Atlético, dejará de ser el entrenador del Barça. Salvo que se produzca un milagro en el que nadie cree. Ni siquiera el propio técnico holandés. Que asume su condición de entrenador defenestrado con tristeza, con mucha tristeza, pero con entereza. Dando una lección.

Y es que la destitución en diferido de Koeman está siendo dramática para el entrenador... pero también para la imagen de un Barça que debería actuar como un club grande incluso en los malos momentos. Laporta se ha ido cargando de razones (futbolísticas y personales) para cesar a Koeman, pero la falta de un sustituto de garantías le ha obligado a alargar la agonía más de lo necesario y de lo recomendable. Hasta que la situación se ha hecho insostenible. Ya no hay remedio. Ni marcha atrás. La sentencia está dictada. Solo falta ejecutarla... Esta noche el Barça se juega la vida en el estadio del campeón de Liga. Necesita una victoria para rearmarse moralmente. Y en lugar de centrarnos en la trascendencia de este partidazo, estamos preparando la necrológica del entrenador. Un sinsentido más de este Barça inmerso en una crisis histórica.