Opinión

La traición de Laporta a Xavi y al barcelonismo

Laporta y Xavi, en la rueda de prensa

Laporta y Xavi, en la rueda de prensa / Dani Barbeito

Joan Laporta se equivoca. El presidente del FC Barcelona acumula error sobre error en todo lo referente a la gestión del caso Xavi Hernández. Ya no se trata de desvelar si el máximo dirigente aún confía en mayor o menor medida en la capacidad del técnico azulgrana, que no es poco. Lo más preocupante es constatar cómo se ha enquistado un tema de máxima sensibilidad institucional por culpa de una pésima gestión a la hora de adoptar medidas.

Queda claro que el actual Laporta dista mucho de la imagen del president triunfal de su primera etapa. Los años pasan y las facturas se dejan ver, pero las lágrimas del presidente anunciando la continuidad de Xavi aún llegan al barcelonismo. Y duele comprobar que esa capacidad empática de Laporta con el soci, uno de sus grandes activos, también se diluye a marchas forzadas.

Joan Laporta está en su perfecto derecho de decidir si Xavi y su staff están en condiciones de seguir al frente del primer equipo. Su perfil presidencialista jamás ha engañado a nadie y, en buena medida, si está al frente del club en estos momentos tan delicados es precisamente por ese liderazgo a la hora de adoptar decisiones valientes con independencia de las presiones del tan cacareado entorno.

Pues bien, en el caso de Xavi, ni liderazgo, ni presidencialismo, ni actitud empática ni nada de nada. La sensación de desgobierno es de tal magnitud que ni los propios laportistas dan crédito a lo sucedido en las últimas semanas.

El debate de Xavi debería estar finiquitado desde el preciso momento en el que el propio técnico se despidió en diferido y Laporta lo acató sin rechistar. Casi aliviado, como la mayoría de su entorno. Lo sucedido en los últimos meses roza la falta de respeto hacia el barcelonismo. Nadie ha sido capaz de mantener su palabra, ganar tiempo y trabajar sin descanso en busca de una alternativa de primer nivel.

Xavi, que no quería seguir, pidió regresar; Laporta, que esperaba paciente su adiós, le abrió la puerta del regreso; y el resto de dirigentes.... a seguir despotricando en privado y erosionando aún más el ambiente. Actitudes inadmisibles de unos y otros, pero ahí, que nadie se lleve a engaños, el gran responsable es Joan Laporta. Ese presidente valiente, líder, y con firmeza en sus mensajes está desaparecido. Su 'indulto' a Xavi fue un error, flaco favor le hizo a una leyenda como el técnico.

El nuevo Laporta contemplativo, que no debe confundirse con reflexivo, tampoco se ajusta al perfil votado de forma mayoritaria por el soci. El presidente 'cagadubtes' no es fiel a su retrato. Una mala copia que traiciona el espíritu que abanderaba el 'Tornarem a fer-ho'.