Todo lo que cambia el fichaje de De Jong

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afabreguesde jong ajax amnsterdam foto javi ferrandiz190125195843 / sport

Ernest Folch

Ernest Folch

El golpe encima de la mesa del Barça con el fichaje de De Jong ha sido de tal magnitud que necesariamente hará mover muchas piezas del tabler o blaugrana y futbolísitco. 

En el ámbito estrictamente deportivo, el fichaje tiene la virtud de cambiar el estado de ánimo de los culés respecto al futuro: donde había incertidumbre y hasta desconfianza hay ahora un nuevo entusiasmo y la convicción de que, con Arthur, Aleñá, Dembélé o De Jong, se está construyendo el Barça del futuro.

En cuanto al ‘staff’, la secretaría técnica logra su primer gran trofeo, y gana poder respecto a Valverde que, a diferencia de Guardiola o Tuchel, no ha tenido ningún rol activo en el fichaje, como reconoció él mismo.

Desde el punto de vista institucional, el fichaje no solo ha fortalecido la figura de Bartomeu sino que la ha hecho entrar en una nueva dimensión: el presidente ha adquirido un protagonismo inédito hasta la fecha, y el club parece entrar en una fase presidencialista diferente a la caminada hasta hoy, pero mucho más parecida al Barça de sus antecesores.

Atención a sus consecuencias electorales: la fuerza cobrada por Bartomeu es margen de maniobra que gana para designar a su sucesor, aunque es cierto que este éxito no sirve de nada si no es refrendado con unos buenos resultados en el campo esta misma temporada.

Sin duda el fichaje de De Jong quita argumentos a los que se quejaban de que el Barça había renunciado a su ADN o que no planificaba adecuadamente su futuro, y dificulta la estrategia de los que quieren concurrir a las próximas elecciones con un mensaje de ‘cambio’.

Finalmente, el Barça logra una victoria de marca a nivel global, porque envía el mensaje de que el club sigue teniendo, en igualdad de condiciones, un enorme poder de seducción.

El ‘No’ de Griezmann dejó tocada la imagen del club, que ahora ha recuperado todo el terreno que perdió en aquel escabroso documental. Visto lo visto, es fácil entender ahora por qué Bartomeu echó el resto en sus dos viajes providenciales a Amsterdam.