¡Me de-ses-pe-ran!

Gundogan

Gundogan / Agencias

Carles Sans

Carles Sans

De todas las cosas que pasan se puede hacer una lectura positiva o negativa. El partido de Nápoles del miércoles se puede leer como que el Barça dominó la primera media hora de partido y de que se vio un Barça mejor que en los últimos partidos. Pero qué quieren que les diga.

Hoy veo más la parte negativa aun a riesgo de quedar como un ‘tribunero’. Este equipo sigue sin convencerme y, lo que es peor, me desespera. Lento y ‘amarrategui’ cuando se adelanta en el marcador.

El partido fue como para que el Barça machacara a un equipo netamente inferior. Pero no, el equipo se volvió a diluir con el paso de los minutos hasta llegar a temer que nos marcasen un segundo gol. Como socio y fervoroso seguidor, no puedo más con este equipo. Me desespero con Gündogan, este chico no está a la altura de lo esperado; hay quien lo defiende, pero ya no.

Llevamos 25 jornadas de Liga y ha hecho muy poco por ser quién es. No puedo más con las pérdidas constantes de balón, me desespero con la falta de verticalidad, me desespero con los excesivos toques, me desespero al ver que son incapaces de jugar al primer o segundo toque y me desespero al ver que son incapaces de imponerse a ningún equipo con la rotundidad que ha de hacerlo un grande.

Los culés, un día más, nos hemos quedado con cara de resignación y sin poder disfrutar del partido de principio a fin. Los partidos de este Barça son un sube y baja, son de un cortarrollos que a mí se me está empezando a atragantar. Dicen que en la vuelta en Montjuïc seremos superiores, pero ¿cuánto rato? Porque con este Barça no soy capaz de vaticinar una victoria segura. Ojalá pasemos disfrutando de una eliminatoria que nos convenza de una vez por todas.

Lo peor es aburrirse cuando ves a tu equipo jugar, y con este Barça, si no fuera por la dosis de adrenalina que empleo mientras lo miro, el hastío es descomunal. Cualquier partido de los muchos que veo de la Liga española o de la Premier inglesa me divierte más que uno jugado por el Barça. Y eso también es desesperante.

Prometo en sucesivos artículos esforzarme por mirar la parte positiva, pero hoy, como diría Chiquito: ¡Jooor! ¡No puedo! ¡No puedo!