Opinión

Pensamiento mágico en el Barça

Este Laporta 2.0 rivaliza hoy en la eficacia de su gestión con el mismo Joan Gaspart en su lugar en la historia del Barça

Laporta y Xavi el pasado 24 de abril, en la rueda de prensa que dieron en la Ciutat Esportiva Joan Gamper

Laporta y Xavi el pasado 24 de abril, en la rueda de prensa que dieron en la Ciutat Esportiva Joan Gamper / Dani Barbeito

Las notas al final de la temporada, dice el clásico futbolístico, aunque en el caso del Barça esta temporada las notas se pusieron el 21 de abril, cuando la derrota en el Bernabéu ratificó que esta sería una decepcionante temporada en blanco. Suspenso rotundo, dado que la premisa de partida del propio club era que el equipo aspiraba a todo (directiva) y a jugar mejor que la temporada anterior (el entrenador). Se puede apelar mucho a la ilusión de los chavales jóvenes y culpar a los árbitros, pero la realidad la marca la competición, y el Barça ha fracasado.

A Xavi la temporada se le acabó en enero, cuando tras la derrota contra el Villarreal en casa anunció su dimisión en diferido. Evitó de esta forma la destitución, pero por el camino perdió tanto que su imagen ha quedado muy perjudicada. Perdió credibilidad cuando anunció que quería seguir, perdió autoridad cuando se autoexpulsó contra el PSG, perdió popularidad cuando argumentó con sus peculiares teorías que, en realidad, el Barça merecía haber ganado cuatro partidos que perdió (los dos contra el Real Madrid y el Girona) y, por tanto, encabezar la tabla clasificatoria. Y perdió ascendencia deportiva el día que en rueda de prensa dijo que el equipo había entrenado como nunca cuando ya había perdido todos los torneos, ¿Qué clase de entrenador permite algo así y, encima, alardea de ello?

Habrá quien argumente que la directiva que encabeza Joan Laporta empezó la temporada ya suspendida, y se pueden construir argumentos para ello. Pero por poner una fecha, los cateos se expidieron la noche del sushi y la alucinógena rueda de prensa que le siguió. La ratificación de Xavi y la posterior destitución por decir unas cuantas verdades han expuesto con toda crudeza la pésima gestión de Laporta y su reducido núcleo dirigente. Fue un ridículo inédito en la historia centenaria del club, este ir y venir del entrenador, las lágrimas, los llamamientos vacuos a la ilusión y al barcelonismo. El principal problema del club hoy, la incapacidad de su presidente para gestionar la crisis económica, deportiva e institucional, quedaron de manifiesto sin filtros ni atenuantes.

El Barça es presa del pensamiento mágico, la creencia de que las propias acciones causarán o evitarán que suceda algo en contra de los principios de causalidad. Su presidente parece creer que solo por desearlo con mucha intensidad las cosas sucederán: que Messi renovará con un asado, que el equipo podrá competir contra el Real Madrid neogaláctico, que el Barça es aspirante a ganar la Champions, que el club saldrá como si nada de la crisis económica, que se ha fichado a cracks mundiales y que los azulgranas tienen un plantillón y forman un equipazo. Nada de eso es así, ni sucederá si no se trabaja con seriedad y profesionalidad en ello.

Los socios y aficionados también tienen sus notas de final de temporada. Como fecha simbólica, el día en que el público hizo la ola un minuto 80 empatando 2-2 en casa. Los socios han abandonado mayoritariamente al equipo en Montjuïc, han dejado a los turistas el predominio en las gradas, y de esta forma han renunciado también a la fiscalización del rendimiento en el césped y de las decisiones en el palco.

Los aficionados también sufren su intenso síndrome de pensamiento mágico. No hay que confundir ni minusvalorar la ilusión, pero una cosa es ilusionarse y otra dejar de ver la realidad. De la misma forma que Xavi fue el sucesor de Pep Guardiola en el campo, parecía una evidencia que el de Terrassa seguiría sus pasos en los banquillos, obviando tantas cosas que no caben en un solo artículo. Xavi, que con acierto siempre ha rehusado esta comparación implícita, es destituido cuando Pep acaba de ganar su cuarta Premier League consecutiva.

La máquina de ilusión se pondrá muy pronto de nuevo en marcha (entrenador nuevo, algún fichaje aunque sea ‘low cost’, nueva pretemporada…) y el balón volverá a rodar. Pero hay algunas ya repartidas que no son recuperables. Joan Laporta, el elefante azul que llegó al club para acabar con el nuñismo, rivaliza hoy en la eficacia de su gestión con el mismo Joan Gaspart. Esta temporada, el juego del equipo, las derrotas, la gestión del entrenador y las decisiones de la directiva forman ya parte de la peor historia del Barça.

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