"O salimos a hombros o salimos en globo"
La afición barcelonista, su masa social, generalizando, puede perdonar ‘palmar’ 100 millones de euros una temporada, pero jamás una humillación como aquel 8-2 ante el Bayern Munich. Ya vieron ustedes qué consecuencias supuró. Esa afirmación encaja perfectamente con lo manifestado recientemente por José Elías, el empresario badalonés que posibilitó que Joan Laporta y sus directivos pasaran el difícil puerto de los avales el 17 de marzo de 2021... y, de paso, que Eduard Romeu fuera ungido vicepresidente económico ese mismo día.
Para el máximo responsable de Audax, la activación de las palancas (término que atribuyó a Romeu) está justificada desde el punto de vista deportivo, porque el socio azulgrana necesita volver a ilusionarse después de tres años de penurias futbolísticas a excepción de una Copa del Rey, de ahí que aplaudiera el fichaje, entre otros, de Lewandowski.
Advertía Elías, eso sí, del riesgo que entraña de cara al futuro las consecuencias que podrían derivarse de la venta de esos activos durante veinticinco años si las cosas no salen como están previstas. Y es aquí donde encaja a la perfección una frase que se ha escuchado en la zona noble del Camp Nou: “O salimos a hombros... o salimos en globo”. Hay fe y esperanzas en que las decisiones tomadas, de gran calado, provoquen consecuencias positivas... pero también existe un miedo razonable. ¡Hay tanto en juego!
Joan Laporta y su junta han apostado todo a una sola carta, dándole a Xavi Hernández lo que ha pedido para construir un equipo que, además de jugar bien, ilusione como lo viene haciendo... pero por encima de todo está obligado a ganar títulos y a ser tan competitivo como lo era no hace muchos años. Para saber si eso será así habrá que esperar unos meses, porque ahora no es época todavía de ir repartiendo certificados de graduación.
Lo que sí sabemos es que la presión para Xavi y su plantilla es máxima y absoluta. Los responsables del club han accedido a poner en riesgo la viabilidad económica de la entidad con el convencimiento (y la imperiosa necesidad) de que los grandes resultados deportivos serán una realidad esta temporada. Ya no hay periodos de transición que valgan.
Lo que para unos es un gesto de valentía, para otros es una temeridad. Como no hay término medio, volvamos al principio. Este paciente solo se aguanta con una inyección: títulos.
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