Un nuevo examen en la Champions

Koeman, en rueda de prensa

Koeman, en rueda de prensa / FC Barcelona

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

De una final a otra final. De la final que el Barça jugó en la Liga ante el Levante, y que ganó cómodamente con el apoteósico retorno de Ansu Fati, a la final que debe jugar esta noche contra el Benfica en la Champions. Una final que tampoco puede perder. Al contrario. El equipo blaugrana necesita la victoria para recuperar su maltrecha imagen en Europa tras la humillante derrota ante el Bayern (más por el juego que por el resultado) y, al mismo tiempo, para no ver peligrar su clasificación para los octavos de final. En el Barça ya dan por hecho que los alemanes pasarán como primeros de grupo. Y que la lucha por la segunda plaza se dirimirá con los portugueses. Por lo tanto, una derrota esta noche pondría muy cuesta arriba la continuidad de los blaugranas en la competición continental. Una eliminación prematura significaría, de hecho, un desastre deportivo y económico.

El Barça lleva 18 años consecutivos superando la fase de grupos (desde la temporada 2004-05). No hacerlo representaría, además de cuestionar el proyecto futbolístico que se está construyendo, dejar de ingresar, como mínimo, 9,5 millones de euros, que es lo que la UEFA paga a cada equipo por llegar a octavos de final. Por lo tanto, la final de esta noche también hay que ganarla. No se trata solo de la continuidad (o no) de Koeman, sino del resurgir de un equipo que ha empezado a ver la luz y que no puede (no debe) volver a entrar en el túnel de las tinieblas. Los brotes verdes que se insinuaron el pasado domingo deben ser, sin duda, la base sobre la que cimentar el crecimiento de este equipo. Pero para hacerlo con tranquilidad, sin sobresaltos, sin más presiones de las necesarias, se necesitan triunfos.

Koeman recupera para este trascendental partido de Champions a un titular indiscutible como Pedri, que ya ha superado sus problemas físicos. Eso permitirá al entrenador holandés tener más variantes para el centro del campo, donde ya brillan con luz propia los canteranos Nico y Gavi. Tres jóvenes que están llamados a ser la sala de máquinas del Barça del futuro (y, casi, del presente). Poder elegir ya es un lujo para un técnico que lleva semanas haciendo las alineaciones que puede y no las que quiere. Recuperar efectivos (y, además, de tanta calidad) es realizar fichajes de rendimiento inmediato. Como Ansu Fati. Aunque, en su caso, debe haber cierta dosificación. Después de diez meses lesionado no puede jugarlo todo. Por mucho que nos ilusione verle brillar con el ‘10’.