México no necesita pendejadas

Checo, en el evento previo al GP de México organizado por sus patrocinadores

Checo, en el evento previo al GP de México organizado por sus patrocinadores / EFE

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

El GP de los Hermanos Rodríguez ha sido tradicionalmente uno de los más animados de los últimos tiempos. Su organización fue distinguida en varias ocasiones como la mejor de todo el campeonato. La herencia de la F1 en ese país y la pasión con la que los aficionados locales viven esta carrera -especialmente en la zona llamada Foro Sol- es espectacular, y es de suponer que este año no será una excepción pese a que el héroe local, Checo Pérez, no está viviendo sus mejores horas.

Este deporte es especialmente cruel. Fíjense que estamos poniendo en cuestión a alguien que va segundo del campeonato, y que parece tener las mejores bazas para obtener el distintivo de plata al término del certamen, del que con la de este domingo ya solo le quedan cuatro entregas para llegar al final.

Segundo en el campeonato mundial de F1. Y puede parecer poca cosa… sobre todo cuando uno lleva el mejor coche de los últimos tiempos: un Red Bull.

La temporada del de Guadalajara ha sido muy cuestionada. Tanto, que incluso se habló de que el equipo no contaba con él para el futuro, y corrieron rumores de una posible retirada. Alguien como Helmut Marko, que no tiene pelos en la lengua, ha sido especialmente ácido con Sergio en algunos comentarios. Tanto que incluso ha tenido que recoger carrete en alguna ocasión y retractarse para no dejar el box del equipo más quemado que las baterías de un Mahindra.

Este año Checo ha ganado dos de las seis carreras que lucen en su palmarés en la F1, en Jeddah y en Bakú; pero probablemente su mejor carrera haya sido la de Hungría, donde fue proclamado Piloto del Día por los aficionados que supieron valorar que llegara hasta el tercer puesto, pese a salir noveno, en un festival de adelantamientos que recordaron aquella creatividad al volante que acreditó en su agresivo paso por las categorías preliminares.

Pero se espera más de él, y muchos se indignan al ver lo flojas que son sus actuaciones en las sesiones de clasificación. Creen que debería estar mucho más cerca del líder del equipo, el intocable Max Verstappen, y sobretodo mucho más combativo cuando se enfrenta a él en el cuerpo a cuerpo.

En Austin volvimos a ver ciertos destellos que nos recordaron al mejor Checo Pérez del  pasado. Pero la carrera será recordada sobre todo por las descalificaciones de Hamilton y Leclerc, y por el inmerecido abucheo que recibió Verstappen al subir al pódium por parte de los numerosos aficionados mexicanos que se desplazan habitualmente hasta el Circuito de las Américas, por su proximidad geográfica.

En las ruedas de prensa preliminares a la carrera de este domingo, el mejicano residente en Madrid ha estado brillante cuando ha dicho “demostremos ser los aficionados más educados del mundo”, en un gesto conciliador hacia el neerlandés que le honra extraordinariamente.

No soporto los abucheos a ningún piloto. He sentido la vergüenza de escuchar los que en el pasado se dirigieron a Lewis Hamilton en Montmeló por parte de cuatro catetos mal influenciado y peor informados en contra del británico, y el asco me ha hecho enrojecer. Me hace mucha gracia -bueno, más bien pena- escuchar como algunos sacan conclusiones sobre sus “múltiples conversaciones” con el de Mercedes... pese a que jamás lograron aprender palabra inglesa alguna.

Oigan: si no quieren no aplaudan, pero no abucheen a nadie. Este deporte no es así. Para “escraches” y otras memeces ya hay determinados cutreríos.

Y luego está lo de la descalificación de Lewis en Austin. Sí, de acuerdo: el reglamento está para cumplirlo, cierto. Pero el rigor con que se verificó la altura del “plank” en la bacheada pista americana me pareció fuera de lugar. Ni el circuito estaba en las mejores condiciones para garantizar que el desgaste de este elemento no resultara contrario al espíritu de la norma, ni -por encima de todo- el programa del GP era el más adecuado para ello sin la imprescindible segunda sesión de entrenamientos libres que tal vez hubiera ayudado a los equipos a evitar ese problema.

No, ni el subcampeonato de Checo necesitaba ese arreón con la descalificación de su rival, ni la carrera de México una promoción tan artificial.