La madre de todos los cambios de ciclo

Josep Maria Bartomeu, presidente del FC Barcelona

Josep Maria Bartomeu, presidente del FC Barcelona / EFE

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

La directiva de Bartomeu está decidida a abordar el cambio de ciclo más ambicioso de la historia reciente del Barça. Ya sea por convicción, ya por el devenir de los acontecimientos en el mercado futbolístico, fichar a Neymar y Griezmann, más la ya consumada contratación de uno de los centrocampistas con más talento del panorama actual, Frenkie de Jong, supone una decisión tanto deportiva como económica que va más allá de la simple renovación de un equipo.

Estamos hablando de una inversión de unos 400 millones en tres jugadores, compensada, o eso espera el club, con unos ingresos que deberían alcanzar la mitad de esta cifra. Si vienen los dos cracks, deberá salir Coutinho y puede que Dembélé. También Rakitic está en la puerta de salida. Son cambios estructurales muy importantes que pueden implican un nuevo sistema táctico, otra evolución del estilo, otra manera de jugar. La madre de todos los cambios de ciclo conocidos y por conocer. 

Lo que puede suceder este verano no tiene nada que ver con el cambio de ciclo que lideró Guardiola en el 2008. Aquel cambio de ciclo se construyó alrededor de su figura, un entrenador con alma de líder, un entrenador sin experiencia, cierto, pero con las ideas muy claras y un conocimiento exhaustivo del club. Su carisma tenía que aguantarlo todo y en lo que respecta a la plantilla, el terremoto se basó más en las salidas que en las llegadas.

Guardiola hizo limpieza, Ronaldinho y Deco, fuera, y únicamente Alves y Piqué como grandes fichajes. 35 millones el brasileño y 5 el catalán. También ficharon Keita, Hleb y Martín Cáceres, extraordinario complemento el primero, fiascos los otros tres. Observarán que no hubo cracks ni goleadores de relumbrón. El secreto estaba en la cantera, los inventos de Busquets y Pedro, y, sobre todo, en crear el hábitat ideal para Messi. Aquel cambio de ciclo no puso en peligro las arcas del club. 

La siguiente revolución en la plantilla se abordó en 2014, con la llegada de Luis Enrique. La baja de Valdés y la retirada de Puyol dibujaban una situación inquietante. Zubizarreta fichó a dos porteros, Bravo y Ter Stegen, a los defensas Mathieu y Vermaelen, y, como grandes fichajes, a Rakitic  y, sobre todo, Luis Suárez, todo por 158 millones.

En paralelo, se traspasaba a Cesc al Chelsea por 33 millones y a Alexis al Arsenal por 42 millones. Tampoco es que se acabara tirando la casa por la ventana, aunque es cierto que Neymar había fichado la temporada anterior, en lo que podríamos considerar un preludio de esta renovación/revolución. 

Como digo, lo de ahora es distinto. En cinco años, el precio del mercado se ha multiplicado por cuatro, los salarios de los jugadores se han disparado... Griezmann vale un veinte por ciento más que la temporada pasada y, por contra, Coutinho un treinta por ciento menos. También es éste un cambio de ciclo por etapas, pues Coutinho y Dembélé estaban diseñados como tal. Ahí se pinchó en hueso y ahora no hay cantera ni nada que se le parezca.

Hay inversión pura y dura, cromos atractivos que luego habrá que encajar. Un ataque Griezmann, Messi, Suárez, Neymar, en teoría es casi el no va más. Con permiso de Mbappé y ya no tanto de Cristiano Ronaldo, los mejores del mundo. Todo parece indicar que a Neymar y a Griezmann se les ficharía por cinco años, hasta que ellos cumplan 32 y Messi, 37. Es decir, en la operación va incluido el proceso hacia un aterrizaje suave y controlado para cuando ocurra lo que nadie quiere que ocurra, el inevitable adiós de Messi.

Dembélé, el más joven de todos, tendría entonces 27 años y entraría también en esta idea, por lo que no es segura su venta. En este cambio de ciclo se juega el club muchas cosas, esta vez no se puede fallar. La inversión ha de ser sostenible y duradera, se hace un equipo para cinco años. Pero nadie puede negar que hay un riesgo importante, que si esto no sale bien, la  siguiente regeneración sería infinitamente más complicada.

Bartomeu, que tiene solo dos años por delante en la presidencia, puede irse como un campeón o salir en globo del palco. En el primer caso, el delfín que designara tendría muchas opciones de continuar su modelo de gestión; en el segundo, el cambio de ciclo empezaría por la directiva. Ya saben, otro presidente, otras ideas... Pero ¿y el dinero?  En los próximos dos meses se escribe el futuro del club.