Iniesta, adiós al 'último mohicano'

Iniesta recibió el homenaje de sus compañeros y de la afición

Iniesta recibió el homenaje de sus compañeros y de la afición / EFE

Lluís Mascaró

Los hombres también lloran. Y mucho. Al menos yo. Soy de lágrima fácil. Me emociono a menudo. Incluso con cualquier película de sobremesa. Mi mujer lo sabe. Y ya no se asusta. No puedo reprimir los pucheros. Ni los ojos húmedos. A veces acabo en un llanto desconsolado. Con hipo incluído. Como este domingo. Con la despedida de Iniesta...

El adiós de Iniesta duele mucho. Por lo que es. Y por lo que representa. Se va el 'último mohicano' de una generación de futbolistas irrepetibles. Como se fueron antes ValdésPuyol Xavi. Se va el último representante del 'estilo Barça' (Messi aparte, pero es que el crack argentino no tiene cabida dentro de ningún estilo más allá del suyo propio) que maravilló al mundo con Guardiola como entrenador.

Y se va, además, en un momento muy duro para la cantera. Cada vez con menos presencia en el primer equipo. De hecho, el último canterano que subió (y se quedó) fue Sergi Roberto. Y de eso hace ya siete temporadas. Parece que el espíritu que hizo grande al Barça se ha ido diluyendo con el paso de los años. Y de la política de cantera se ha pasado a la de cartera, fichando mucho. Y, en ocasiones, mal.

Iniesta podía haber seguido jugando muchos partidos

Iniesta podía haber seguido, al menos, una temporada más en el Barça. Porque hubiera sido titular al menos en el 80 por ciento de los partidos. Y en todos los importantes. Pero ha preferido la aventura asiática. Se ha ganado el derecho a escoger, por supuesto. Aunque creo, modestamente, que se equivoca. Por mucho dinero que le den en China o Japón. Allí no será feliz jugando al fútbol como lo ha sido a lo largo de 16 temporadas en el Camp Nou.

Su legado es tan inmenso (como el de Xavi) que no hay manera de darle las gracias. Cualquier homenaje que le haga el barcelonismo se quedará pequeño ante su gigantesca figura futbolística. Como el que le rindió este domingo la afición. Fue emocionante. Mucho. De 'gallina de piel'. Y le hizo llorar. Lógico. Como a mí. Porque llorar también es de hombres.