Opinión

De ilusión ya no se vive

Joan Laporta y Xavi Hernández, foco de atención en Montjuïc

Joan Laporta y Xavi Hernández, foco de atención en Montjuïc / FCB

La película que data de 1947 nos habla de un milagro navideño, con un improvisado Papa Noel que todo lo puede y se ve capaz de todo. En paralelo, debe convencer a escépticos y lograr lo imposible. El título real no es el de este artículo. Es ‘De ilusión también se vive’ y, por desgracia, no nos vale en 2024 en formato blaugrana. Lo que empujó a muchos socios y socias al voto en favor de Joan Laporta, ha caducado. Esto es así. El positivismo del candidato, que tuvo su continuidad con la consecución de los pasados título de Liga y Supercopa, no ha corrido en paralelo a la construcción de unos cimientos firmes en la estructura deportiva, una seriedad institucional y, sobre todo, una seguridad en el aspecto económico.

La herencia recibida fue traumática, sí. Pero desde la famosa noche de los avales y las pizzas hasta la cena del sushi hace apenas unas semanas, el respetable tiene la sensación de que la realidad del FC Barcelona se sostiene entre sonrisas, lágrimas y ‘rampells’ (léase ‘prontos’ o golpes de efecto). En el momento de escribir estas líneas, una no sabe si serán vigentes en las próximas horas. Este ‘cortoplacismo’, este ‘vivir el momento’ y este sentir que todo pasa por el estado de ánimo del presidente y su núcleo duro (que flaco favor hace a la construcción de un proyecto porque son lo más parecido a un vendaval) ha colocado al Barça en una situación más cercana al esperpento que al ‘seny’.

El clásico de George Seaton, al que muchos copiaron a la hora de crear cinematográficamente milagros emotivos, nos recoloca en un presente en el que la ilusión solo vale para las arengas pre-partido o para sentir que el trabajo de La Masía está dando unos maravillosos frutos que permiten soñar. Pero no en grande. En real. Simple y llanamente. Saber que Lamine Yamal, Fermín, Cubarsí o Héctor Fort, por nombrar a algunos, son ‘de los nuestros’ se convierte en un bálsamo y, a la par, en un entrenamiento para lo que viene. Apostar por la cantera es positivo y realista. Y barato. Cuando Xavi dijo en aquella rueda de prensa -que tanto enfadó al presidente Laporta y, sobre todo, a alguno de sus fieles escuderos- que la caja no da para más, muchos olvidaron que fue él el que arriesgó y apostó, a partes iguales, por los chavales que han acabado siendo fijos en el ‘once’ titular. Me decía alguien con mucha vinculación a este vestuario que “hay casi tanto trabajo en los ‘mano a mano’ del entrenador con los chicos en el vestuario como en el campo de entrenamiento”. Interesante. Poner a chavales menores de edad a jugarse el presupuesto de un club marcado por las urgencias económicas no es tarea fácil y poco se habla de ello.

De ilusión ya no se vive. Ni tan siquiera se sobrevive. “Al soci no se’l pot enganyar”, decía Josep Lluís Núñez, de forma recurrente, en público y en privado. Lo que enfada hoy a Laporta de Xavi es directamente proporcional a lo que él ha manifestado en alguna ocasión sobre fichajes muy difíciles e inversamente proporcional, también, a lo que ha querido mostrar/filtrar cuando ha deslizado nombres como el de Haaland. Lo que apoyó ayer Laporta a Xavi es con lo que hoy le abandona. Lo que hoy ha roto es lo que usó. Con amor, como cantaba Rocío Jurado. Con enamoramiento puntual, escribo yo.