La identidad del Barça

Patri y Graham celebran un gol ante el Eintracht

Patri y Graham celebran un gol ante el Eintracht / Valentí Enrich

Maria Tikas

Maria Tikas

En tiempos de fútbol moderno, en los que la identidad de un equipo está en todas las mesas de debate y es más una utopía que una realidad a la que muchos aspiran, el FC Barcelona femenino es el mejor ejemplo de lo que ese concepto significa. Y no hay día más oportuno para escribir sobre ello que el de hoy, tras un empate contra el Levante en el que precisamente no mostró el equipo su mejor versión. Días malos los tiene cualquiera y es justamente en esos días cuando cobra más valor todo lo logrado.

Identidad, conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás, según la Real Academia Española. Una idea en la que Jonatan Giráldez ha insistido en sus últimas comparencias. Lo nombraba una y otra vez y decía sentirse orgulloso de su equipo, porque ha rotado especialmente en los últimos encuentros y la esencia del conjunto seguía siendo la misma “juegue quien juegue”. 

Es, precisamente, en lo que más cambio ha notado desde que se puso al mando del Barça hace ya casi tres años. Algo en lo que tanto el vigués como su cuerpo técnico, del que las jugadoras y rivales hablan maravillas, han trabajado con especial énfasis. “El otro día hicimos muchos cambios y la versión competitiva del equipo fue igualmente muy buena. Ya no son doce o trece. Son todas. Y me siento muy orgulloso de ello”, apuntaba. 

Juegue quien juegue en este Barça, el equipo presiona arriba, intenta tener la iniciativa, recupera muchos balones, y sigue atacando sin pensar en el resultado. “Es la mejor temporada desde que estoy aquí en este sentido”, reconocía Giráldez

Esta temporada había tres dorsales libres del primer equipo, ahora son cuatro con la marcha de Oshoala. Salieron en el mercado de verano más futbolistas de las que llegaron. Y la plantilla, que ya no contaba con Rolfö para la primera mitad del curso, era más corta que nunca en los últimos años. Tampoco se ha podido reforzar Giráldez en invierno por una cuestión económica. Y no ha habido quejas.

No hay mal que por bien no venga, sin embargo. Las jóvenes futbolistas del filial están teniendo más protagonismo y oportunidades que nunca y en partidos importantes, no solo en minutos residuales en Liga y con todo hecho.

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El equipo que hoy es el mejor del mundo -y no lo digo yo, lo dicen los premios y los títulos- tiene una base que es la misma de hace años. Con algunas salidas e incorporaciones. Pero lo que lo hace diferencial, reconocible e imparable es el trabajo diario. Las jugadoras hablan el mismo idioma. Juegan de libro. Con Aitana, con Patri, con Paredes, con Graham y con Ona Batlle. Pero también con Bruna, con Vicky López, con Martina, con Dragoni y con Lucía Corrales. 

Echo mucho de menos a Mapi León. A Jana. A Rolfö. A Alexia. Y la espera está siendo larga. Demasiado. Pero el equipo, de momento, no ha notado sus bajas ni en el juego ni en los resultados. Y qué difícil es conseguir esto.