La gran chapuza que ha evitado Ansu Fati

Ansu Fati, futbolista del FC Barcelona

Ansu Fati, futbolista del FC Barcelona / VALENTÍ ENRICH

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Mi padre, Eduardo San Antonio, es un gran lector del SPORT. Cada mañana, desde hace décadas, se dirige hacia el quiosco, cada vez más lejano porque, como ‘Los Inmortales’, solo puede quedar uno (previo paso a que no quede ninguno). Allí saca el monedero, entrega las monedas y obtiene su dosis diaria de información barcelonista. Mi padre, que tiene un móvil sin conexión a internet, se informa desde hace muchísimos años leyendo el SPORT.

El otro día no entendía nada: “Oye, aquí pone que quieren traer a un portugués que el Xevi (que es como llamamos en Mataró a los Xavi) no quiere. Y que lo cambian por el Ansu”. Podría haber usado el típico “no te creas todo lo que sale en la prensa” para tranquilizarle, pero no me salió porque, primero, esa afirmación tiene muy mala leche y, segundo, porque esa operación ha estado cerca de ser una realidad.

Se mire por donde se mire, incluso se mire cómo se mire, cambiar a Ansu Fati, un canterano por el que has apostado e invertido durante muchos años, por un futbolista que el entrenador no quiere habría sido una chapuza de dimensiones astronómicas. Ni siquiera puede entenderse desde un punto de vista económico porque, aunque la necesidad aprieta, el futbolista que hoy luce el ‘10’ del Barça solo habría dejado en caja una cifra que ronda los 30 millones de euros. Afortunadamente, Ansu Fati ha demostrado tener una enorme personalidad y se ha llegado a enfrentar a quien hoy dirige su carrera desde los despachos, Jorge Mendes, responsable junto a quienes rigen el Área de Fútbol del club de presionar hasta el infinito a su cliente. Una ida de olla.

Ansu Fati deberá mejorar mucho sus prestaciones, convencer a Xavi de que merece más minutos, hacer cambiar de opinión a los aficionados que dudan de él y, en definitiva, demostrar que está listo para convertirse en todo aquello a lo que apuntaba y que las lesiones frenaron. Ha aceptado el reto y lo ha hecho obligando a Mendes a marcharse de Barcelona dirigiéndose a los micrófonos de la prensa al grito de “Ansu será Balón de Oro”, generando la pregunta de si el Wolverhampton es el mejor sitio para ganarlo. Lo racional, lo justo, lo que mi padre y cualquier persona que no viva de los negocios que se cuecen entre despachos y restaurantes de lujo hubiera entendido es que el súper agente pronunciara esas mismas palabras a su interlocutor el primer día que le propusieron tejer una operación que su cliente siempre rechazó. El fútbol se ha vuelto loco, ha perdido toda lógica y lo único que impera es interceptar los flujos de billetes que circulan de un lado para el otro convirtiendo a los futbolistas en mercancía.