Opinión

El examen mayúsculo de San Mamés

Xavi Hernández y Robert Lewandowski frente al Betis en el Benito Villamarín

Xavi Hernández y Robert Lewandowski frente al Betis en el Benito Villamarín / Valentí Enrich

Pese a las trabas que ha recibido por parte de la junta directiva, en otras ocasiones nombradas, y pese a algunos momentos en los que ha aceptado cosas inaceptables (la convocatoria de Amberes), Xavi Hernández ha logrado mantener la calma y los pies en el suelo hasta que su equipo ha reaccionado. No ha sido un camino fácil. Ni se ha llegado al final de nada porque la realidad es que el equipo está más cerca del precipicio que del éxito, más cerca de una mala temporada a una triunfante.Sin embargo, el partido contra el Betis (donmde no había ganado nada) es un brote verde con todas las de la ley. 

El equipo jugó bien, mandó, marcó en sus ocasiones y, lo mejor, es que no se vino abajo con el 2-2. La victoria es un motivo de esperanza en un momento complicado, quizás el más delicado de la temporada pues llega antes de un momento clave de la temporada. La disputa de los cuartos de final de la Copa del Rey contra el Athltic puede ser un punto de inflexión, la confirmación de un cambio, la esperanza de un nuevo Barça.

Y para llegar a este punto, Xavi Hernández ha tomado algunas decisiones arriesgadas que le han salido bien. Decisiones valientes. Viendo que los errores de Koundé se repetían, dejó al francés en la banda para jugársela con un niño como Cubarsí. Jugárse con sentar a Joao Felix por tercer partido seguido como reserva (a excepción de Unionistas), jugársela sentando a Lewandowski uen una nueva ocasión y dando entrada a Lamine, otro niño que sale de la cuna.

Xavi ha jugado fuerte en sus decisiones y ha salido victorioso. Porque la del Benito Villamarín es una victoria suya, de sus apuestas. El triunfo de no bajar los brazos pese a los muchos problemas que pueden salir. Él mismo lo dice, es optimismo. Y sí. Parece que este optimismo da sus frutos. Ahora hay que ganar al Athletic para confirmar que es algo más que buenas sensaciones, que el Barça ha cambiado y en esta segunda fase de la temporada se verá un equipo tan competitivo como el de la pasada temporada. El examen de San Mamés es mayúsculo, una prueba de fuego.