Deporte, el dilema ante el conflicto ruso

Putin en el Mundial de Rusia de 2018

Putin en el Mundial de Rusia de 2018 / Sebastiao Moreira

Marc Menchén

Marc Menchén

Debería ser algo sobre lo que nadie debería titubear. Rusia ha traspasado todos los límites con la invasión de Ucrania y las consecuencias para el país no deberían ser cosméticas. Estados Unidos y Europa reaccionaron rápido al desafío de Vladimir Putin; el deporte, como en tantas otras ocasiones, titubeó de inicio y fue endureciendo su posición a medida que se conocían los avances de las tropas rusas y socialmente se cuestionaba su tibiez. ¿La razón del miedo? Durante años, Rusia regó directamente o vía patrocinio de sus grandes empresas al deporte occidental.

De hecho, al cierre de este artículo aún nadie se había atrevido a cortar lazos con Gazprom, la gasista controlada por el Kremlin que cada año paga al menos 40 millones de euros a la Uefa como socio de la Champions League. El Schalke 04 se ha limitado a sacar el logo de esta compañía de su camiseta, pero el contrato sigue en vigor y en ningún caso ha dicho que renuncie a él. La Fórmula 1 jugó con el vocabulario para que todo el mundo diera por hecho que retira el Gran Premio de Rusia. Lo cierto es que dice que no se puede correr “bajo las circunstancias actuales”, ganando tiempo para una carrera que no será hasta septiembre.

Cuestión a parte son patrocinios como el que puede tener el FC Barcelona con la casa de apuestas 1XBET, que supone más de 8 millones de euros anuales. Sería un grave error penalizar a cualquier club o empresa del país por el mero hecho de las acciones de sus dirigentes.

Muchos podrán decir que al deporte se le está exigiendo una ruptura de relaciones que a otras industrias no se le está demandando. Y es cierto. Como lo es también que lo que hace especial a una final de Champions League, un Mundial, unos Juegos o un GP de Fórmula 1 es que suelen esconder una finalidad política tan clara como la ganarse el favor de los ciudadanos, influir internacionalmente o proyectar una imagen de liderazgo. Nada que puedan dar una cadena de restaurantes o una marca de refrescos. Recuerden aquella imagen de Putin bajo el paraguas mientras el resto se mojaba en el Mundial de 2018.