Dembélé, el juego de los despropósitos

Dembélé se va

Dembélé se va

Albert Masnou

Albert Masnou

Kingsley Coman, extremo del Bayern, ha renovado esta semana su contrato a razón de 17 millones de euros brutos anuales siendo el tercer mayor salario del club bávaro. Raheem Sterling, jugador del City, percibe unos 18 millones de euros anuales. Son dos jugadores de perfil parecido al de Ousmane Dembélé, quien no ha logrado alcanzar un acuerdo con el Barcelona.

El francés pedía unos 20 millones de euros por temporada más otros tantos de comisión para el agente. Las cifras son desproporcionadas si se comparan con el rendimiento ofrecido desde su llegada. Han sido cinco temporadas en las que las lesiones le han mantenido más tiempo en la enfermería que en el campo. Ousmane siempre ha apuntado muy alto pero la realidad es muy diferente. Incluso Xavi dibujaba grandes expectativas para el francés pero, si no hay un cambio brusco (que con Dembélé todo es posible), también se va a quedar con las ganas de convertirlo en el mejor del mundo en su posición.

El proceso de renovación de Dembélé ha sido un cúmulo de despropósitos, desde un lado y el otro. El club tenía la renovación atada hasta que se le ocurrió fichar y presentar a Ferran Torres antes de sellar el contrato de Dembélé. Entonces, al ver los números del internacional español, el agente del francés se subió a la parra para cambiar sus condiciones económicas. Si tener a Torres le costó al Barça unos 60 millones de euros, tener al francés valía lo mismo, dijo el agente Moussa Sissoko. El Barça le regaló argumentos para defender esta tesis. Y Sissoko, cuya obsesión era recuperar el dinero que no ganó cuando fue transferido del Borussia al Barça, lo aprovechó para reivindicar lo suyo.

El Barça sí hizo bien en no subir su oferta inicial porque Dembélé vale un esfuerzo, pero no una locura. Si el club no hizo un esfuerzo con Messi... ¿Por qué debería hacerlo con Dembélé que no le llega a la suela de los zapatos? No hay razones pues sus exigencias están fuera de mercado y el Barça, torpe en los 'timings' de la renovación, ha estado bien al plantarse.

Dicho esto, y sabiendo que Dembélé ya no es tan decisivo tras la recuperación de Fati y el fichaje de Torres, bien haría en demostrar su fuerza y marcarle la línea al jugador, de la misma manera que hizo con Ilaix en verano. Venderlo ahora sería un gran gesto para la afición, para el vestuario y para los otros clubs europeos. Eso sí sería una demostración de que el Barça ha vuelto. Que con el Barça puedes estar de acuerdo o no, pero no te puedes reír.