Creamos en el Barça 2.0

A partir de ahora, sin Leo Messi, hablemos del Barça, pensemos en el Barça, ayudemos al Barça, creamos en el Barça, mejoremos el Barça...

Gerard Piqué, en el Gamper

Gerard Piqué, en el Gamper / AFP

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Ustedes lo saben y no voy a repetirlo aquí, posiblemente el lugar menos adecuado para decirlo: estoy feliz por la marcha, la salida, de Leo Messi. Estoy feliz porque el Barça debía empezar, cuanto antes, un nuevo proyecto y es solo era posible sin Leo Messi. Otra cosa es que salga bien, pero lo primero que tenemos que hacer es creer, creer mucho.

Estoy feliz porque había llegado un momento en que la presencia de Messi, su poder de intimidación, de influencia, era tal que resultaba sumamente difícil que el vestuario, el club, el equipo se comportase con normalidad.

Acuérdense sino de las palabras del Tata Martino, compatriota de la estrella argentina. Y es que Leo, en su presentación, además de vender 150.000 camisetas de golpe, ¡booom!, dinero fresco para las arcas de un club, el PSG, que no lo necesita, ha tenido el valor de decir que “he caído en el club adecuado para volver a ganar una Champions”. Es decir, que no estaba en el club adecuado; es decir, que con el Barça no podía volver a ganar una Champions (él estuvo en el 2-8 de Lisboa, sí; y en Roma, y en Liverpool, sí, sí) y, ahora, sí está en un club con proyecto, aunque igual don Jorge se atreve a exigirles el fichaje del central Romero, del Atalanta. Todo es posible, desde luego. ¡Ay!

Repito, ya está, borrón y cuenta nueva. Hablemos del Barça. Ya está Messi en París, en su querido PSG, rodeado del mayor proyecto jamás soñado, de su amigo Neymar Júnior y de todo lo necesario para repetir gloria y aumentar su cuenta corriente. Así que, a partir de ahora, hablemos del Barça, pensemos en el Barça, ayudemos al Barça, creamos en el Barça, mejoremos el Barça, hagamos todo lo que no se ha podido hacer con Messi dentro, que era, aunque él no lo reconociese, quien llevaba la manija de todo.

Lo primero que hace falta es que Joan Laporta crea en lo que ha hecho o han decidido su CEO y los avalistas: que había que salir adelante con lo que tenemos. Hace falta creer en Ronald Koeman, que, como le leí el otro día al bueno, al buenísimo de Joan Domènech, en El Periódico, se ha inventado auténticas estrellas del fútbol como Juan Mata, Éver Banega, Sadio Mané o Van Dijk, por citar solo unos pocos ejemplos. No digo que ‘Tintín’ tenga la mano rota, la intuición única de saber quién vale y quién no vale en esto del fútbol. Digo que, bebiendo de las fuentes del enorme Johan Cruyff, lo importante no es tener cantera, La Masia, jóvenes valores, lo importante es ponerlos, alinearlos, creer en ello, ser valientes. Y Koeman está en ello, con o sin dinero. Así que, después de creer, de demostrar que vamos a intentarlo, lo que hay que hacer, si se es honrado, si se es culé de verdad, es pedir paciencia, tener paciencia, no se reconstruye un equipo en un soplido y menos un Barça triunfante. Eso es muy difícil y, además de tiempo, requiere acierto, suerte, fe y perseverancia. Y la participación de todos.

Y, cuando digo todos, no solo hablo de Laporta o Koeman, sino también de alguien que, en el interior del vestuario, lidere la revolución, el cambio, el sentido común, la complicidad, la amistad, la unión, el todos a una y, sobre todo, no ponga palos en la rueda: esto no quiero hacerlo, para hacer esto cobro, esto no me gusta….si Leo no lo hace, yo tampoco.

Ni hablaré de las ‘vacas sagradas’, o sí, cuyo comportamiento está siendo más que cuestionable y corren el peligro de ser objeto de críticas y pitos en el primer partido de Liga ante 30.000 culés. ¡Ojito! a ese instante. Hablo de que, no sé si Sergio Busquets, por ejemplo, o Sergi Roberto, o Alba pero, sí, sobre todo, Gerard Piqué, que parece el más preparado para convertirse en el líder de este Barça 2.0, muerto y enterrado (en París) el Barça 1.0.

Sería tan precioso, tan gratificante, tan moderno, tan bueno, tan cómplice, tan justo y necesario que Piqué, sabio él, emprendedor él, experto él, diese ese paso al frente, convirtiéndose en el puntal, representante, emprendedor y portavoz de un nuevo equipo. Si eso sucediese, muchos empezarían a creer en la refundación solo con su liderazgo, que es enorme. Un liderazgo, lo siento, que no empieza por donde acabó el de Messi: en el ‘streaming’, en el ‘Twitch’ del gran Ibai Llanos, sino en las mismísimas catacumbas de la Ciudad Deportiva Joan Gamper.

Yo creo y mucho en la cantera del Barça. Mi amigo del alma Mario Ruiz, despedido como jefe de prensa de La Masia, conocedor como nadie de todos esos niños y de sus padres, que se ha dejado la vida tutelando su crecimiento personal y profesional, me ha explicado que todos ellos están listos para pelear por ser titulares del Barça.

Y, sí, hace mucho tiempo que Mario Ruiz me habla de Collado, Balde, Escobar, Gavi, Comas, Peña, Nico González, Ilaix, a quien alguien le debería decir que no todo es dinero en esta vida, y tantos otros que vienen empujando. Por no hablar de esa zurda divina (o casi) que viene de Austria y se llama Demir. No hablo de los consagrados, de esas bestias como Araujo, Pedri ¡que pasa de tener vacaciones!, Ansu Fati ¡bendito Dios si te has curado!, Riqui Puig ¡sé grande, niño! o Mingueza. Hablo de dejar de mirar a París. Hablo de creer en los nuestros. De demostrarle al mundo (del fútbol) que el Barça nunca cae, está vivo y siempre se levanta.