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La bipolaridad culé matará al Barça

Ronald Koeman, junto a Joan Laporta

Ronald Koeman, junto a Joan Laporta / FCB

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

A un lado, “el Barça está fatal, muy mal, no tiene entrenador, ni plantilla, ni idea de juego. Y, si la tiene, no la sabe plasmar sobre el césped. Xavi es un novato al que le viene grande el Camp Nou y su plantilla es una mezcla de veteranos prescindibles y jóvenes a los que les falta una cocción para empezar a sacar la cabeza en el profesionalismo. Busquets está acabado, como Alba y, no digamos, Sergi Roberto. Gavi necesita tres años, mínimo, para estar al nivel que se le supone y Pedri lo hace bien, pero no tira del carro. De Jong no ha demostrado lo que prometía y los fichajes son un desastre porque Raphinha no despega y a Ferran le pesa la camiseta. ¿Dembélé? Lo de siempre: una de cal y otra de arena. De Ansu mejor no hablar que nunca será aquello que iba a ser antes de las lesiones. Dos veces eliminados de la Champions y jugando muy mal”.

Al otro, “solo seis goles encajados en dieciséis jornadas en LaLiga y líderes con una sola derrota, la del Bernabéu ante el Real Madrid, que está a tres puntos y no juega a nada. Con un equipo que es una mezcla muy prometedora entre la experiencia que aportan Busquets, Jordi Alba o Lewandowski y la juventud talentosa e irreverente de jóvenes como Araujo, Gavi o Pedri. El Barça tiene una plantilla para, con tres o cuatro retoques, dominar Europa la próxima década, de eso no cabe duda. Que todo esto está empezando, hay proyecto y, es obvio, una hoja de ruta meridiana hacia el éxito. Lo único que falta es tiempo, paciencia y constancia para devolver al club donde merece estar. Y nadie mejor que Xavi para ejecutar un plan infalible y eficaz”.

Importa poco lo ocurrido ayer ante el Betis porque solo sirve para confirmar una de las dos vías de investigación a las que se ve sometido siempre, sea cual sea su presidente, entrenador o jugadores, el Barça desde hace demasiados años. La bipolaridad del entorno blaugrana ha sido siempre una constante en el día a día de la entidad desde hace décadas, pero las redes sociales y, sobre todo, el anonimato con el que se circula en ellas están convirtiendo una característica histórica (que muchas veces llega a ser una virtud por aquello de que la crítica te hace mejorar) en una especie de esquizofrenia colectiva que lo pudre todo. Ya no se analiza la gestión de Laporta o la de Xavi con honestidad (la objetividad no existe), como tampoco se hacía con la de Bartomeu o la de Koeman. Quienes mandan creen que el club es suyo y quienes opositan buscan recuperarlo porque piensan igual. La regeneración es urgente.