Dallas Mavericks: ¿Y ahora, qué?

La franquicia texana culminó una esperada catástrofe en lo que debe ser una reformulación del proyecto deportivo

Solo con Luka Doncic no fue (es) suficiente y Mark Cuban, Jason Kidd y Kyrie Irving están en el ojo del huracán

Con solo Doncic no fue (es) suficiente en los Mavericks

Con solo Doncic no fue (es) suficiente en los Mavericks / AFP

Daniel Guillén

Daniel Guillén

Se terminó la temporada, antes de lo previsto, para los Mavericks. Por suerte. Malos resultados -no jugarán la postemporada- y, sobre todo, peores sensaciones -el equipo no transmite nada- que han hecho saltar el proyecto por los aires: una nefasta política, marcada por la falta de planificación, se ha encargado de borrar del mapa a los vigentes finalistas de la Conferencia Oeste. Menos de un año entre el éxito y el colapso total.

Pocos podían imaginar que la franquicia iba a estar en una tesitura tan delicada meses atrás. Pero lo cierto es que los Mavs tienen muchos puntos que abordar en el futuro más inmediato para corregir un rumbo a la deriva. ¿Es Kidd el líder que necesita esta franquicia y esta plantilla? ¿Hasta dónde llegará la paciencia de Doncic? ¿Fue Irving un error? ¿Y Wood? ¿Está el proyecto de Mark Cuban desgastado? ¿Por qué el equipo tiene tantas carencias? ¿Qué pasará con los agentes libres? ¿Qué jugadores podrían llegar? Demasiadas preguntas y casi ninguna respuesta.

Seguramente la llegada Kyrie Irving fuera el punto de no retorno, pero sería descabellado pensar que sea también el inicio de los problemas de la franquicia. Porque las decisiones del último año tienen escasa coherencia. O ninguna. Poco tienen que ver aquellos Mavs que los Warriors liquidaron desde el perímetro hace menos de un año a estos que no son más que una sombra, anímica y tácticamente hablando, de lo que prometían.

El inmovilismo de Kidd

La mano del técnico ha sido uno de los aspectos más polémicos de la temporada de los texanos. Su pizarra ha notado una falta clara de recursos, ideas y argumentos para mantener el techo competitivo tras la salida de Jalen Brunson. La falta de una consistencia defensiva ha sido un lastre para un equipo, especialmente tras la salida de Finney-Smith y Dinwiddie, sin tampoco demasiadas ideas en ataque: el abuso del triple ha sido latente durante todo el curso, más aún tras el aterrizaje de Irving. Kidd se ha mostrado como un entrenador inmovilista, apático e incluso medroso en algunos tramos del curso.

Ahí están los datos. Los Mavericks han sido el tercer equipo que más lanzamientos desde la línea de 6.25 metros han intentado con un promedio de 41 por encuentro por detrás de Warriors (43.2) y Celtics (42.6) y el segundo que menos asistencias reparte con un total de 22.9. Y eso no es todo: generan una media de 84.3 lanzamientos por partido con un 47.5% de efectividad. En el aspecto defensivo, las estadísticas son todavía más aterradoras. Es el equipo que peor cierra el rebote (38.8) de toda la NBA y 16º en lo que respecta al rating defensivo (114.1).

Jason Kidd, entrenador de los Bucks

Jason Kidd, entrenador de los Mavericks / AFP

El clímax ha llegado tras un estrepitoso final de temporada, algo que ha provocado un terremoto mediático en torno a la franquicia. En clara caída libre, la decisión fue dejarse llevar para asegurarse un top 10 en el próximo Draft. En una ronda protegida comprometida por el traspaso de Kristaps Porzingis con los New York Knicks, los Mavs renunciaron ante los Chicago Bulls en el penúltimo partido de la temporada con un quinteto poco habitual. Un final justo para un equipo plano, previsible y gris y un proyecto completamente estancado y atascado.

Solo Doncic no fue (es) suficiente

Los Mavericks tocaron el cielo en 2011 con un anillo que hacía justicia a la fórmula deportiva: construir un equipo de garantías entorno a una estrella europea. Sin Dirk Nowitzki, pero con Luka Doncic, la franquicia texana ansía volver a estar entre las mejores de la NBA. Aunque eso, hoy por hoy, parece una utopía. Este equipo tiene muchos problemas.

Lo más reseñable es que, solo con Luka Doncic, no es suficiente. El equipo no le ha acompañado en la que es ya, sin lugar a dudas, su mejor temporada en cuanto a estadísticas: 32.4 puntos, 8.6 rebotes y 8 asistencias con un 49.6% de efectividad en el tiro de campo y un 34.2% desde la línea del triple. Una consolidación absoluta para un jugador que, a los 24 años, suma cinco cursos en la NBA con un total de 330 encuentros disputados.

Pero no es oro todo lo que reluce. Sí, es uno de los mejores jugadores de la liga y una estrella que lo condiciona todo, pero deberá corregir muchas cosas de cara a la próxima temporada. En primer lugar, su condición física. Algo pasado de peso en octubre, la temporada se le ha hecho algo larga y ha acusado en cansancio en varios puntos del curso. En segundo lugar, su relación con los árbitros. El escolta alcanzó las 16 faltas técnicas, la inmensa mayoría por discutir las decisiones, el tope en la NBA antes de ser sancionado. Y, en último lugar, corregir ciertos aspectos como la poca fiabilidad desde el tiro libre o su abuso permanente del triple.

El caos de Irving

El virtuoso base ha sumado un nuevo capítulo más a su rocambolesca carrera. Desde la fructífera etapa en Cleveland junto a LeBron James, Irving no ha hecho más que encadenar fracasos: Boston, Brooklyn y, por ahora, Dallas. Más sonado por su vida extradeportiva que por sus actuaciones dentro de la pista, el natural de Melbourne aterrizó en Texas con el cartel de elemento altamente tóxico y volátil y los resultados han sido desastrosos.

Antes de su llegada, los Mavericks se situaban cuartos en el Oeste con un balance de 28-26. Apenas dos meses después, el equipo ha terminado la temporada con un 38-44 que le ha condenado a los infiernos (11º). Pese a que sus números digan los contrario, lo cierto es que ha jugado mejor en solitario que acompañando a Luka Doncic: su balance personal con el esloveno se quedó en un insuficiente 5-11 que pone sobre la mesa si realmente hay química en pista o si, por el contrario, la unión no va a llegar a buen puerto. Ha promediado, eso sí, unas cifras de 27 puntos, 6 asistencias y 5 rebotes en 20 encuentros a las órdenes de Kidd. Más sensorial que estadístico, sin duda.

Pero eso no es todo. Los Mavs hipotecaron a dos piezas fundamentales en el sistema defensivo como Finney-Smith y Dinwiddie, además de varias rondas de Draft, para acometer un fichaje arriesgado. Y la apuesta, además, no ha salido bien. Un peaje demasiado caro que podría provocar un terremoto si finalmente apuesta por otra franquicia como agente libre. Las próximas semanas serán cruciales para afrontar la temporada 2023/24 con garantías.

¿Qué pasa con Wood?

Otro de los nombres propios de la plantilla. Su llegada supuso un soplo de ilusión mientras Jalen Brunson hacía las maletas hacia Nueva York, pero la realidad es que nunca fue del agrado de Jason Kidd. En su último año de contrato, el ala-pívot era una firma bien tirada: gran mano para la anotación y peligro permanente en la zona y en el exterior. Un elemento que, de entrada, casó especialmente con Luka Doncic. Generaba espacios para potenciar el tiro de la estrella eslovena y entendía a la perfección el funcionamiento de su pick&roll.

Fue entrando y saliendo del equipo, con ciertos tramos de buen baloncesto, pero su poca fiabilidad defensiva y la llegada de Irving le condenaron a un papel totalmente secundario. Básicamente porque era insostenible mantener en pista a Doncic, Irving y el propio Wood sin perder -todavía más- consistencia defensiva. Sus 16.6 puntos, 7.3 rebotes y 1.8 asistencias han estado, quizá, por debajo de lo esperado; y más tras la llegada inmediatamente posterior de Brunson, que ha ofrecido un nivel superlativo en la Gran Manzana.

Wood, durante un lance con Juancho Hernangómez

Wood, durante un lance con Juancho Hernangómez / Eduardo Lima / EFE

El californiano es poco intimidante bajo el aro pese a su envergadura, frágil en el cuerpo ante pívots dominantes y sufre cuando toca ejecutar la transición defensiva. Un lastre demasiado grande para un Jason Kidd más tradicional, que busca partidos más pausados y controlados. Y, sobre todo, jugadores especialistas en la defensa exterior. Demasiados peros para un jugador que en ataque suma mucho al equipo y Luka Doncic.

Un futuro incierto

Terminada la temporada... ¿Qué pasará? Hay muchos interrogantes sobre la mesa y una plantilla que podría vivir una revolución en los próximos meses. Por lo pronto, hay un total de ocho jugadores que terminan contrato: Kyrie Irving, Christian Wood, Dwight Powell, Markieff Morris, Frank Ntilikina, Theo Pinson y Justin Holiday. Además de McKinley Wright y A.J. Lawson, con dualidad en la G-League.

Josh Green y Jaden Hardy, que han dado un paso de gigante en su segunda y primera temporada en la liga, respectivamente, son puntales en el proyecto de los Mavericks por su juventud. Hardaway Jr., pese a su irregularidad y las salidas de tono de su padre, es un jugador importante, como también lo es Maxi Kleber, la pieza más funcional del sistema por su versatilidad. Reggie Bullock es vital en el aspecto defensivo, pero no tiene contrato garantizado. Algo más sensibles son los casos de Davis Bertrans, con un contrato tóxico (percibirá 17M$ la temporada que viene), y JaVale McGee, que tiene un año más de contrato y una player option de algo más de seis millones de dólares. Se trata de dos piezas sin demasiado recorrido en la rotación que son un condicionante para la configuración de la plantilla. Una plantilla que necesita oxígeno, cambios y revolución táctica para volver a ser competitiva.