Poner la lavadora a 40 grados: el truco que acaba con el mal olor para siempre

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¿Qué remedio hay que poner en práctica para las toallas que siguen oliendo mal a pesar de un lavado que parecía minucioso? En determinadas situaciones, este problema puede producirse. Para asegurarnos de que todo está como debe, debemos intentar resolver este inconveniente.

Las toallas deben cambiarse varias veces por semana por una cuestión de higiene. Sometidas a un uso diario, acaban albergando cada vez más bacterias. También hay que clasificarlas según su uso.

Afortunadamente, se trata de un hábito muy extendido. La toalla que utilizamos para el cuidado de las manos y la cara debe diferenciarse de la que usamos habitualmente para las zonas íntimas y de la que utilizamos para el resto del cuerpo.

No es casualidad que existan toallas grandes, que adoptamos para la cara y las manos. La del bidé, en cambio, es más pequeña, y luego está el albornoz. ¿Qué podemos hacer cuando, por desgracia, queda lo que es un verdadero hedor que, en cambio, debería desaparecer tras sacar nuestros tejidos de la cesta de la lavadora?

Por cierto, este inconveniente también puede producirse después de lavarse las manos. ¿Por qué huelen en primer lugar? Por dos razones principales. En primer lugar, por el exceso de agua absorbida y porque se han dejado colgadas en el tendedero durante demasiado tiempo, quizá incluso en determinadas condiciones ambientales con sombra persistente, humedad, frío...

Otra causa puede ser el uso de demasiado jabón de Marsella y sin un aclarado final adecuado. Para que desaparezca cualquier rastro olfativo desagradable, debemos proceder a un lavado a una temperatura de 60° como máximo.

Esto es útil para eliminar cualquier posible presencia de bacterias. Sin embargo, si se trata de toallas delicadas, es mejor proceder a 40°, y quizás con un centrifugado a 800 rpm. Además, o si persiste el mal olor en las toallas lavadas, es aconsejable poner unos 125 ml de vinagre directamente en la bandeja del suavizante.

Todos los tejidos quedarán debidamente desinfectados, ya que el vinagre es un potente antibacteriano. Y por último, es muy importante asegurar un correcto secado al sol, procurando hacerlo incluso en días nublados o de mal tiempo. Cuidado, eso sí, con colocarlos cerca de radiadores o calefactores. Y cuidado también con la secadora, sobre todo si las toallas son de microfibra.

La goma de la lavadora es una de las zonas de más difícil acceso. Es, también, una de las piezas que más suciedad acumula. Es lógico: está húmeda constantemente y entra en continuo contacto con suciedad. Conservarla limpia es fundamenta para un buen mantenimiento del electrodoméstico y también para evitar que desprenda malos olores. Siguiendo estos sencillos pasos podrás hacerlo sin gran esfuerzo.

Existen diferentes fórmulas para limpiar la goma de la lavadora. Una muy habitual es utilizar lejía. Se debe aplicar y dejar reposar durante 15 minutos. Después, con un paño húmedo, hay que enjuagar la superficie. Es importante aclarar bien, pues si luego metemos dentro en la lavadora la lejía puede ocasionar manchas que son irreversibles.

No es la única opción. También se puede emplear una solución hecha a base de agua, agua oxigenada y vinagra de limpieza. El "modus operandi" es prácticamente idéntico: debemos aplicar la solución sobre la zona sucia, dejarlo actuar durante un cuarto de hora y, posteriormente, aclarar bien para evitar que se queden restos.

Otra opción factible es emplear bicarbonato mezclado con agua y vinagre de limpieza. Nuevamente vamos a aplicarlo sobre la zona sucia, dejarlo actuar durante 15 minutos y, posteriormente, enjuagar bien.

A estas opciones, más "de andar por casa", puede sumarse el uso de artículos de limpieza específicos para el tambor de la lavadora. Existen diferentes fabricantes de productos que tan solo necesitan de un programa de lavado para quedar como nueva.