Sobre el terreno

Rossi continúa anclado en su derrota del 2015

El ya célebre incidente de Rossi y Márquez en Sepang

Siempre habrá un antes y después del GP de Malasia / sport

Emilio Pérez de Rozas

Por más que me intimiden, que lo hicieron, no pienso dejar de llevar mis Munich rojas con el 93 en negro. En cuanto las vi, las quise. Y, de vez en cuando, las luzco orgulloso. Y divertido. ¿Provocador? No, no, para nada. Pero ayer, cierto, cometí un error. Las llevé al acto de presentación del equipo Movistar-Yamaha en el modernísimo edificio que Telefónica tiene en el Fòrum de Barcelona. Y, claro, más a la salida que a la entrada, me encontré con un montón de seguidores amarillos de Valentino Rossi, que fueron allí para, no solo demostrar su devoción y cariño al ‘Doctor’, sino también para seguir intimidando (casi todos ellos con buenas maneras) a los que criticamos al icono del motociclismo porque ha dejado de ser una referencia tras demostrar, también él, sí, que es capaz de todo por conseguir la victoria o justificar su derrota. Así que cuando me vieron con las zapatillas del 93 me preguntaron a favor de quién estaba. Les dije que a favor de la verdad y que Rossi se había inventado una historia que no era cierta. No solo lo del ‘biscotto’ o pacto entre Márquez y Jorge Lorenzo para impedirle que ganase su décimo título, sino esa tesis que decía que merecía el título más que nadie.

Quien mereció el cetro, y lo ganó, más que nadie fue, lo siento, o no, Lorenzo, que fue más rápido que todos ellos en el 80% de los circuitos (ha ‘Vale’ le sacaba, en cualquier trazado, entre medio y un segundo por vuelta), ganó más carreras que nadie durante el año y fue líder en el 75% de los giros que se dieron a lo largo de los 18 grandes premios. Que adores a Rossi, como sugirió ayer el bueno de Lorenzo, que fue el primer en tenderle su mano, no significa que te creas todo lo que diga. Y menos cuando se trata de justificar su derrota. Es más, nada de todo eso hubiese ocurrido si el ‘Doctor’ hubiera sido sancionado, como merecía, siendo descalificado en Sepang (Malasia) tras propinarle aquel rodillazo a Márquez. Sin aquellos 16 puntos de Malasia, Lorenzo hubiese llegado ya casi campeón a Valencia. Eso, tampoco lo contó ayer Rossi. Ni su pueblo. Insisto, muy correcto, mucho.